El ex presidente de la Generalidad y fundador de CDC y CiU, Jordi Pujol, ha tardado dos semanas en dar la cara después de que, a través de un confuso comunicado, el pasado 25 de julio reconociera que él y su familia ocultaron una fortuna a Hacienda en un paraíso fiscal durante más de tres décadas, una confesión que dejó a su partido y a todo el nacionalismo catalán en estado de shock.

Sin embargo, la aparición de Pujol no ha servido para aclarar ninguno de los puntos oscuros que contiene su confesión, ni ninguna de las consecuencias que de ella se derivan.

"A disposición" de la justicia y de Hacienda

Acosado por la prensa, Pujol no ha tenido más remedio que atender a los innumerables periodistas que hacían guardia a las puertas de la residencia que su familia tiene en Queralbs -en el Pirineo gerundense-, donde se había refugiado tras ser descubierto en sus dos anteriores escondites: una finca de su hijo Josep en La Tor de Querol (en el Pirineo francés), y otra de su primogénito, Jordi, en la Cerdanya.

En una breve comparecencia, el padre del nacionalismo catalán contemporáneo se ha limitado a reiterar su disposición a comparecer ante la justicia y ante Hacienda. "Estoy a disposición, si me quieren llamar desde una instancia jurídica o tributaria", ha indicado.

"Ya se verá", si comparece ante el Parlamento autonómico

El ex presidente autonómico ha evitado entrar en detalles sobre su confesión: "Me pareció que era bueno hacer una aclaración, y la hice, y ya está, y ya no puedo añadir nada más". Pujol también ha reconocido que con su retiro en el Pirineo buscaba "estar tranquilo", algo que no ha conseguido. Ha asegurado que, aunque "no es una situación agradable", se encuentra "bien", y ha descartado acudir a ningún acto público a corto plazo.

Respecto a la posibilidad de que comparezca ante el Parlamento autonómico para dar explicaciones de su fraude fiscal, Pujol ha señalado: "Todavía no lo he decidido, ya se verá eso".