La confesión del ex presidente de la Generalidad y presidente fundador de CiU y CDC, Jordi Pujol, reconociendo que él y su familia ocultaron una fortuna a Hacienda en el extranjero durante más de tres décadas, ha causado un terremoto político de consecuencias desconocidas que amenaza con llevarse por delante a su propio partido y a todo el proyecto secesionista que promueve.

El presidente autonómico, Artur Mas, es consciente de ello y trata de evitarlo a toda costa. Ayer mismo, pocas horas después de estallar el escándalo, el dirigente nacionalista se apresuró a asegurar que el fraude fiscal de Pujol "es un tema estrictamente privado, estrictamente personal y estrictamente familiar" que "no tiene nada que ver con CDC y no tiene nada que ver, por supuesto, con el Gobierno de la Generalidad".

Sin embargo, parece difícil que pueda librarse fácilmente de la sombra de una duda que alcanza a su partido y al Gobierno autonómico. Así, este sábado ha vuelto a referirse a esta cuestión. Y lo ha hecho durante la inaguración de la cárcel de Figueras (ubicada en el municipio de Puig de les Basses):

"Si miramos atrás, ya sabemos que en las miradas atrás hay activos y pasivos. Ya sabemos que hay cosas que se hicieron bien -y algunas muy bien- y otras que no se hicieron bien o, incluso, que se hicieron muy mal. También en nuestra casa. También en nuestro país [por Cataluña]. Esto ya lo sabemos. Y, por tanto, nuestro compromiso, el de todos nosotros, ha de ser que, si mirando atrás vemos activos y pasivos -cosas que se han hecho bien y cosas que no-, cuando miramos adelante sabemos que también habrá activos y pasivos pero, sobre todo, hemos de procurar hacer un país [por Cataluña] que tenga muchos más activos que pasivos".