Javier Cercas, escritor, este domingo en El País Semanal:

"[...] El primer punto de ese pacto (o casi el primero) [de la Transición] decía que el debate entre República y Monarquía era un falso debate, un debate demagógico; el debate real era entre dictadura y democracia o entre una democracia mejor o peor. Eso era entonces, cuando el pasado aún era presente. Ahora ya no es así. Ahora, en nuestra ignorancia, nuestro infantilismo y nuestra soberbia, hemos creído que el pasado pasó y ya no puede volver, como si todos viviésemos en una especie de permanente reality show para idiotas. Esto explica que en toda Europa vuelvan las banderas, aquellas banderas que, según Flaubert, siempre han estado llenas de mierda y de sangre, y que en Francia Le Pen pueda decir sin que la corran a gorrazos que saliendo de la UE empezarán a solucionarse los problemas de Francia, o que Mas diga en Cataluña que saliendo de España se acabarán los problemas de Cataluña, o que Cayo Lara diga que saliendo de la Monarquía disminuirán los problemas de España; todo el mundo -empezando por Le Pen, Mas y Lara- sabe que esto es falso, y que ninguna de esas salidas solucionaría ninguno de nuestros problemas, porque son salidas falsas, sentimentales, populistas. Han vuelto las banderas. Han vuelto las respuestas únicas para preguntas complejas. Ha vuelto el sentimentalismo en política. Como en los años treinta. Entonces hubo una crisis económica y política tremenda, a la que los grandes partidos no supieron dar respuesta con reformas profundas, y el resultado fue el desprestigio absoluto de la democracia y una catástrofe colosal; ahora, frente a una crisis parecida, los grandes partidos han hecho lo mismo: es inútil que muchos lleven lustros pidiendo a gritos los cambios que todo el mundo sabe que se necesitan para no volver a la rueda suicida de rupturas en que llevamos siglos dando vueltas. Por lo visto, la casta existe, vaya si existe, y está sorda y ciega, y sigue a lo suyo".