Política

"El último episodio que ha dado lugar a la dimisión de Navarro ha sido más denigrante, no está motivado en razones ideológicas sino en simples intereses personales, en la supervivencia de ciertos alcaldes y los intereses de candidatos a alcaldes bajo el amparo de responsables territoriales de zonas en las que peligraba su actual posición en las próximas elecciones municipales"

19 junio, 2014 04:12

Francesc de Carreras, profesor de Derecho constitucional y miembro del Consejo Editorial de CRÓNICA GLOBAL, en un artículo publicado este miércoles en El País:

"[...] La crisis del PSC, que viene de lejos, ha dividido al partido con el tema de la independencia. Hasta ahora se decía que en el PSC convivían dos almas, ahora ya no son dos almas sino dos partidos de convivencia imposible. Los hermanos Maragall fueron los adelantados, las golondrinas que anuncian el vuelo hacia otros nidos. Abandonaron el partido y uno de ellos fundó otro, con escaso éxito, hasta que ha trasmigrado a ERC y se ha colocado de flamante eurodiputado. Después llegó la deslealtad del llamado sector catalanista, jaleado desde los medios independentistas, con las televisiones públicas catalanas como principal altavoz.

Pero el último episodio que ha dado lugar a la dimisión de Navarro ha sido más denigrante, no está motivado en razones ideológicas sino en simples intereses personales, en la supervivencia de ciertos alcaldes y los intereses de candidatos a alcaldes bajo el amparo de responsables territoriales de zonas en las que peligraba su actual posición en las próximas elecciones municipales. Se trataba de salvar los muebles de sus cotos cerrados sin importarles el conjunto del partido y, menos aún, las repercusiones en los socialistas del resto de España.

Navarro era un estorbo, pensaba en una España federal y era un freno a las aspiraciones independentistas. Ellos no estaban en contra de estos proyectos pero pensaban que había que disimular para no desentonar de la ola mediática dominante. La suma de intereses locales no forma un partido sino que lo divide. Para recomponerlo hace falta una dirección que piense en el conjunto, no en los contrapuestos intereses de sus partes. Un partido solo debe tener un alma, no dos y, menos aún, muchas más. Esta es la tarea que le aguarda al próximo primer secretario".