El pasado mes de abril hubo una significativa reacción en el PP catalán contra la pasividad de los medios de comunicación del Estado respecto a la agresiva política de propaganda mediática de la Generalidad, según he sabido ahora del propio PP.
Tuvo lugar la tarde del día 22 de abril, vigilia de Sant Jordi, en una reunión de las comisiones de estudio del PP catalán celebrada en el Hotel Grand Marina, situado en la zona del World Trade Center de Barcelona. Estaba presidida por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, asistiendo unas 25 personas. La gran mayoría era, lógicamente, del PP, si bien había personas que no militan, como Francesc Granell, antiguo director general de la Generalidad, con Jordi Pujol.
Métodos y sueldos increíbles
Nadie que viva en Cataluña puede ignorar que el elemento básico del poder de la Generalidad es su capacidad propagandística. Sobresalen TV3, Catalunya Ràdio y los otros medios propiedad o subvencionados por la Generalidad.
A pesar de ser insólito en un país democrático, tiene toda la lógica (perversa) del mundo que el director de TV3, un informático que ni es periodista, Eugeni Sallent Garriga, perciba el sueldo más alto de toda la Generalidad: 164.965,72 euros anuales, es decir 27.447.986 pesetas.
Su predecesora, Mònica Terribas, puede percibir, por contrato, una cantidad aún superior: un millón y medio de pesetas a la semana (sic) por un programa radiofónico matinal. Por cierto, perdiendo audiencia. El jefe directamente político de Sallent, Brauli Duart Linares, antiguo dirigente de la Organización Comunista de España Bandera Roja, cobra 129.678,99 euros anuales, o sea 21.576.768 pesetas. Es el séptimo cargo mejor pagado de la Generalidad, inmediatamente después de Artur Mas.
El centro de Sant Cugat, viviendo en el limbo
Igualmente escandalosas son las subvenciones a los panfletos diarios Ara, El Punt Avui y un gurpo de radios y periódicos comarcales, así como al antes diario independiente La Vanguardia. También hay que recordar que la Generalidad posee la Agencia Catalana de Noticias, que no hace nada para distinguirse de un puro aparato de control social.
Es igualmente descarada la política de subvenciones y de publicidad que beneficia a los panfletos digitales progubernamentales, por no decir nada de la agresividad injuriadora de los corsarios profesionalmente activos en internet.
Acompañamiento satisfecho por parte de TVE
En la reunión mencionada se acreditó la preocupación existente dentro del PP por el carácter banal y de mero acompañamiento satisfecho de la información radiofónica y televisiva emitida desde el centro estatal de Sant Cugat, con unos 900 trabajadores. La red propagandística descarada y habitualmente mentirosa de la Generalidad puede decir lo que quiera, por falso e insolente que sea, que desde Sant Cugat nadie rechistará. Ha optado por una posición de retaguardia, por no decir propia de Poncio Pilato. Nada les perturba.
Debido a que esto es así, será muy fácil ver si algo cambia en Sant Cugat. En todo caso, por ahora, lo que se dijo en el Hotel Grand Marina no parece que haya causado ningún efecto. Es un error imperdonable. Como contraste, nos encontramos con la apología irracional y permanente del grupo ultra Podemos por parte de la cadena La Sexta, propiedad del editor José Manuel Lara. Quién lo entienda que lo compre.
Total carencia de lógica
Algunos de los presentes en aquella reunión no entienden esta inhibición del Gobierno del PP en relación a un lavado de cerebro colectivo que nace de la voluntad de la Generalidad de hacer comulgar con ruedas de molino. Costa imaginar que pueda haber un país democrático capaz de soportar una maquinación tan constante y descarada sin hacer ni un pequeño esfuerzo de autodefensa, para amparar el derecho de los ciudadanos a estar informado, no enredado o engañado.
Una fuente me dijo: "Muchos ciudadanos normales, que no necesariamente son del PP, hacen una modesta pero constante labor de clarificación entre sus amigos y compañeros de trabajo que, objetivamente, es superior a la que efectúa un gobierno que nos tendría que proteger. Vistas las mentiras de la Generalidad y su intencionalidad constante, no responder desde Sant Cugat ni tampoco estando más presentes en todos los medios donde esto sea posible, es una omisión de un deber de que tiene el Estado. En cualquier país esto originaría un debate público, implicando un cambio de postura por parte de Rajoy. Ni siquiera hay una política estatal de ayuda publicitaria a los pocos medios que hacen lo que pueden contra un ahogo antidemocrático evidente".
Los antidebates de TV3
Para acabar, quisiera poner una pequeña guinda en un pastel muy envenenado. Resulta que coincidí con un profesional de TV3, donde va trampeando, entre decepcionado y horrorizado. Le dije que había comprobado que en los debates de TV3 nunca hay más de una quinta parte de los participantes que pueda ser capaz de discrepar un poco de alguna obsesión independentista. Me respondió: "Creo que todavía es peor: a veces no hay nadie, y no es ningún azar. Lo hacen deliberadamente. A mí me da asco".
Le di la razón, precisando que, en cambio, en la televisión de Sant Cugat, lo que buscan es que nadie pueda aclarar nada, cosa que ciertamente consiguen. Su mundo es plano.