El terremoto electoral del domingo, por utilizar la terminología con la que el primer ministro francés, Manuel Valls, definió los resultados europeos en Francia -donde ganó la ultraderecha de Marine Le Pen- y en su partido -que quedó tercero con el 14% de los votos- se ha cobrado en España una primera víctima: Alfredo Pérez Rubalcaba.
El secretario general del PSOE asume la responsabilidad del peor resultado electoral de su partido desde la Transición. Con todo, casi diez puntos más que los obtenidos por sus correligionarios franceses, pero con la diferencia de que en Francia los socialistas tienen la Presidencia de la República y el Gobierno, mientras que en España llevan ya dos años y medio en la oposición y bajando, sin que se perciban signos de mejoría.
Rubalcaba sabía que en estas elecciones se jugaba su futuro inmediato. El que iba del 25 de mayo a la celebración de las primarias para elegir candidato a la Presidencia del Gobierno, previstas para finales de noviembre. Porque, como ha reconocido este lunes, hace tiempo que tenía tomada la decisión de no concurrir a esas elecciones internas. Pero de haber cosechado un buen resultado el domingo su salida de la Secretaría General del PSOE hubiera sido más tranquila. Podría haberse mantenido en bicefalia con el candidato elegido para las elecciones generales, lo que no parecía probable, o haber convocado un congreso tras las primarias para ratificar como secretario general al líder electoral.
Rubalcaba pensó en dimitir el domingo
El batacazo en las europeas, sin embargo, ha precipitado su decisión. "Con un resultado tan malo había que hacer algo", explica un dirigente del PSOE. Porque el partido no remonta y porque el liderazgo de Rubalcaba estaba muy cuestionado en algunos sectores socialistas y, sobre todo, en el electorado.
En la noche del domingo se barajaban varias posibilidades. Se rumoreó la posible dimisión de Rubalcaba, lo que hubiera forzado la creación de una gestora que dirigiera el partido hasta la celebración de un congreso extraordinario, pero todo hacía pensar en que se optaría por adelantar las primarias a septiembre y hacer inmediatamente después el congreso. Esta última era la opción por la que parecía inclinarse Rubalcaba, aunque finalmente ha optado por convocar un congreso extraordinario para los días 19 y 20 de julio y mantenerse en la dirección hasta entonces.
Susana Díaz, la mejor situada
Según algunos miembros de la Ejecutiva, esta era la alternativa preferida por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que ha logrado ganar por diez puntos al PP en su Comunidad y, de paso, reforzar aún más su liderazgo en el socialismo español. La líder andaluza prefería el congreso -tal y como se va a hacer- porque se puede celebrar con más rapidez, pero hay quien piensa que también porque en un cónclave en el que deciden los delegados y no el conjunto de la militancia es más fácil hacer valer la fuerza de su federación y su propio liderazgo.
De hecho, la decisión de Rubalcaba y de la Ejecutiva de ir a un congreso está generando cierto malestar en sectores del PSOE que creen que esta es una manera de cargarse las primarias. Especialmente, porque la persona que salga elegida para la Secretaría General podría intentar no hacer después las elecciones internas para designar candidato con el argumento de que acaba ser elegida líder del partido. Por eso, en el entorno de Rubalcaba se intenta dejar claro que su objetivo en estos dos meses es preparar el congreso y dejar todo preparado para garantizar la celebración de las primarias en la fecha prevista.
El congreso extraordinario pilla también con el pie cambiado a los posibles candidatos a las primarias y les obliga a cambiar de estrategia ya que ahora tendrán que plantearse si optan directamente a la Secretaría General del PSOE y trabajarse en reuniones discretas el apoyo de los dirigentes de las federaciones, para conseguir el consiguiente voto de los futuros delegados al cónclave, que son quienes tendrán la última palabra.
Preocupación por Cataluña y el País Vasco
No obstante, a algunos dirigentes socialistas lo que les preocupa de los resultados electorales no es solo el desmoronamiento general del socialismo -con las excepciones de Andalucía, Extremadura y Asturias- y la situación delicada en que queda su partido sino también su desplome en Cataluña y en el País Vasco, donde el PP tiene escasa representación política, lo que convierte a los dos grandes partidos españoles en irrelevantes en esos territorios frente al ascenso de los partidos nacionalistas e independentistas.
Quienes así se expresan, señalan la dificultad de plantear con éxito una alternativa que dé salida a las tensiones soberanistas si la presencia política de los dos partidos que aún pueden gobernar España es tan pequeña en las dos CCAA.