Los historiadores Santos Juliá y Josep Maria Fradera, en una conferencia-coloquio celebrada este miércoles en la sede del Colegio de periodistas de Catalunya, y con los periodistas Xavier Fidal-Folch y Miguel Ángel Aguilar como moderadores, han desgranado algunas de las claves históricas de los últimos tres siglos que ayudan a entender y poner en contexto la situación actual en Cataluña y las reclamaciones del nacionalismo. Partiendo desde 1714, y llegando hasta nuestros días.
El fuego lo ha abierto Fradera, quien, después de dejar claro -en nombre suyo y en el de Juliá- que los ponentes de hoy "no venimos en representación de nadie", ha empezado recordando que "el nacionalismo catalán se construyó repensando continuamente 1714", refiriéndose al desenlace de la Guerra de Sucesión.
Un desenlace que, para el historiador catalán, no fue solo "una pérdida de libertades" para Cataluña, como se argumenta desde el nacionalismo, ni un "hecho sin más", sino "ambas cosas y mucho más". Fradera ha resaltado que la "victoria" de 1714, para "un monarca absoluto" representaba un "regalo de los dioses", porque le permitía poner en marcha un Estado de "nueva planta".
Doble pacto España-Cataluña
Un modelo que se revisaría con los movimientos liberales del siglo XIX, cuando, para Fradera, se puso en marcha una articulación entre Cataluña y el resto de España que, a su juicio "no ha variado en esencia". Esta articulación consistiría en un doble pacto, explícito y tácito. En la parte explícita, un "pacto constitucional más o menos aceptable" para las partes. En la parte tácita, la aceptación del hecho que "Cataluña quiere ser industrial", mientras que el resto de España "quiere ser agricultora".
Fradera también ha abordado las posteriores demandas de revisión de este modelo surgidas desde el nacionalismo catalán. Empezando por las primeras reivindicaciones en el cambio del siglo XIX al XX, cuando el modelo del autonomismo cubano "entra en Cataluña", pasando por la Mancomunidad, la Generalidad Republicana y la Constitución de 1978, y acabando en un nuevo Estatuto "mal planteado" desde Cataluña y "mal recibido" en el resto de España.
Finalmente, Fradera ha reflexionado sobre el momento actual, cuando el "hundimiento absoluto del Estado del bienestar y de las clases medias lleva a muchos catalanes a pensar que quedándonos [en España] estaríamos peor". Y ha lanzado una advertencia final, en forma de llamada a un amplio diálogo: "Cuando las cosas no se hablan y no se plantean bien y con claridad, empeoran para todos", ha concluido.
Azaña ya lo advirtió
Un enfoque diferente ha elegido Santos Juliá, que ha empezado su intervención con una frase de Manuel Azaña de 1918 que, según ha señalado, podría ser válida perfectamente hoy en día: "La cuestión catalana es la dolencia más antigua de cuantas aquejan al cuerpo político español", ha dicho, citando al expresidente de la II República.
Juliá ha razonado que Azaña entendió que, si bien España tuvo la oportunidad, durante el siglo XIX, de convertirse en un Estado "unitario centralizado", y con "conciencia nacional", según el modelo francés, esa ocasión "pasó". Además de que, como ha señalado, "para ser jacobino, un Estado tiene que tener recursos". Por lo cual, la única alternativa era dar otra "solución política", que solo podía pasar por "reconocer las diferencias" regionales.
Un reconocimiento que se inicia a demanda del nacionalismo catalán, según ha explicado, y que luego se "generaliza". Y en este punto, el historiador ha hecho una clara precisión: que este modelo no es federal, porque el federalismo necesita un "pacto de Estado" que, a su juicio, no se ha dado nunca en España. "El federalismo lo tiene muy mal cuando se trata de reconocer una autonomía que viene de las profundidades de la historia", ha advertido.
El pacto territorial, "nuestra mejor historia política"
Juliá también ha recordado los diversos pactos posteriores para integrar el nacionalismo dentro del modelo territorial español, y ha señalado que "forman parte de nuestra mejor historia política". También ha advertido de que, a su juicio, es la única opción posible:
"El Estado español no tiene más posibilidad de sobrevivir que reconocer el derecho de nacionalidades y regiones a su autonomía".
Finalmente, Juliá ha concluido su exposición refiriéndose a la situación actual, y apuntando incertidumbres. "Si contara esta historia en 2003, la contaría como la historia de un logro, no como la historia de un fracaso. Ahora no sabría cómo contarla", ha lamentado.
En el turno de réplicas y preguntas, los dos historiadores se han referido más a la situación política en Cataluña actualmente. Juliá ha expuesto sus dudas sobre qué puede hacer el Estado cuando los "fragmentos" a los que ha dotado de autonomía "emplean esa autonomía para conseguir la independencia".
Fradera, por su parte, ha advertido del peligro de que "un discurso" concreto "colonice a toda la sociedad", y ha advertido del error de "identificar al nacionalismo con la sociedad que lo engendra". Aunque sí ha reconocido que, en la actualidad, en Cataluña el discurso nacionalista puede estar "más estructurado". Entre otras cosas, porque es más "sencillo" de ofrecer al público.
Dudas sobre el federalismo y el confederalismo
Ambos ponentes se han referido también a las diversas alternativas de "tercera vía" que se han puesto sobre la mesa para afrontar el desafío independentista, un Estado federal o uno confederal. Y lo han hecho con muchas dudas.
"Si el Estado autonómico quiere ser vagamente federal, necesita muchos ajustes de tuercas", ha señalado Fradera, que ha apuntado a la necesidad de una Cámara territorial, y a una clarificación de competencias y inversiones en infraestructuras.
Juliá, por su parte, ha señalado que, a pesar de lo que han dicho y escrito algunos de sus teóricos, "la práctica del nacionalismo catalán nunca ha estado guiada por el confederalismo". Una afirmación que ha sido aumentada por Vidal-Folch, que ha opinado que en Convergència nunca ha habido "federalismo, confederalismo ni autonomismo", sino un "deseo de no definición".
El acto, sexta jornada del ciclo 'La historia del conflicto, la historia en el conflicto, y organizado por la Fundación Diario Madrid y la Asociación de Periodistas Europeos, apenas ha reunido a una cuarentena de personas. Pero esta reducida audiencia concentraba un elevado peso político e intelectual. Entre los asistentes se contaban el expresidente de la Generalidad José Montilla, el escritor Valentí Puig, el periodista Joan Tapia, el jurista Francesc de Carreras, el filósofo Manuel Cruz, el historiador Joaquim Coll, o el economista Guillem López Casasnovas.