Este lunes, en un ambiente distendido y entre amigos, Josep Borrell ha actuado en Hospitalet. No era un Chester sino dos cómodos sillones y, frente a él, un Andreu Missé cómplice y complacido. Quien un día fue una esperanza política para España sigue manteniendo un aura de bonhomía y un saber estar que le permite hilar un discurso levemente autocrítico con el socialismo y promotor de un nuevo consenso europeo.
A veces, escuchando no solo a Borrell, sino a cualquier político que haya tenido responsabilidades da la sensación de que la buenas ideas se les ocurrieron después de abandonarlas, las responsabilidades.
¿Qué Europa queremos, la de las finanzas o la de las personas?
La conclusión final a la pregunta que encabezaba su entrevista/conferencia es que ha de ser una cosa intermedia, una nueva "tercera vía". No han faltado críticas a las actuaciones de la UE en Grecia, más claras con las interpelaciones del público al final. "Europa salvó a los acreedores (bancos alemanes) y obligó (obliga) a los griegos a grandes sacrificios".
Crítico con las políticas de inmigración comunitaria, ha recordado su voto contrario, alineándose con los socialistas europeos, frente a los socialistas españoles que votaron con el PP al alargamiento del tiempo de retención de inmigrantes a 6 meses. Eso pasó en tiempos del gobierno de Zapatero y deduce que algo pasaría ya que en las siguientes elecciones pasó del primero al penúltimo de la lista.
"Los europeos somos pocos y viejos. Si hace medio siglo éramos el 25% de la población mundial hoy estamos en el 5%. Nuestros vecinos son el doble de jóvenes y anhelan la riqueza que ven en sus televisores. No podemos levantar muros suficientemente altos para pararlos. O ayudamos a su desarrollo o les hacemos hueco". Ha concluido que les necesitamos. "Alemania es donde la natalidad es más baja y se necesitan millones de nuevos ciudadanos. Existen problemas de integración cultural, de cohesión social, pero la inmigración no se resuelve con más policía. No pueden entrar todos, pero no podemos evitarlo", ha resuelto. Ha criticado la falta de solidaridad europea en el tema de la inmigración. "Los problemas de uno son de todos", ha zanjado.
"Europa, de hada buena a madrastra"
Borrell ha comentado su encuentro con Putin en el que le pidió explicaciones por el caso de Anna Politkóvskaya y este le echó en cara la corrupción en los municipios españoles. Andreu Missé le ha recordado su frase "no cambiaremos derechos humanos por energía", y Borrell ha reconocido que la llave del gas ruso condiciona la actuación en Ucrania.
"Europa pasó de hada buena a madrastra. Nos dio mucho y no supimos aprovecharlo, no nos dijo dónde invertir", ha insistido, aunque a preguntas del público ha admitido que si en vez de invertirlo en casas lo hubiéramos querido invertir en investigación y desarrollo no hubieran sido tan generosos.
Ha denunciado la insuficiencia presupuestaria de la UE, un 1% del PIB frente al 20% del gobierno federal de EEUU, aunque no ha aclarado cómo reformar el sistema impositivo europeo.
Asimismo, ha afirmado que la UE se construyó para evitar la guerra, para la paz, pero que eso ya no moviliza a nadie hoy, por lo que ha abogado por una nueva pedagogía europeísta como defensa frente a la globalización. Ha afirmado al mismo tiempo que "las subjetividades nacionales impiden la creación de un mismo discurso europeo" y ha reseñado "la dificultad de crear una identidad cultural colectiva". El ex dirigente socialista ha reconocido que la UE adolece de una cojera, no se ha construido la Europa Social: "La UE debe ser el motor de creación de empleo, debe dotarse de una caja única para la cobertura del desempleo y eso dará sentido a la unión".
Borrell ha reconocido el "error de la independencia política del Banco Central Europeo" aunque no ha parecido dispuesto a que se revoque esa situación. Según él, fue una concesión a Alemania para evitar la tentación de las devaluaciones como arma electoral. Pero como él mismo ha subrayado, "una cosa es que el Banco Central controle la inflación y otra que dicte las constituciones".
Buen rollo, complicidad y ni de hablar del proceso independentista. "Otro día con más tiempo", ha apuntado, aunque ha asegurado que "yo no estoy por la independencia".