¿Es viable económicamente una Cataluña independiente? A esta pregunta trataron de responder este lunes cuatro economistas en un debate organizado por la Fundación Foro de Encuentros que tuvo lugar en la sede del Colegio de Economistas de Cataluña, en Barcelona.
Moderados por el periodista Joan Tapia, y con un auditorio abarrotado, el ex ministro socialista de Obras Públicas y ex presidente del Parlamento Europeo Josep Borrell, junto al Defensor del Cliente de Endesa, ex director general de Economía de la Generalidad y ex asesor económico de la Presidencia del Gobierno José Luis Oller Ariño, se enfrentaron dialécticamente a la decana de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, Elisenda Paluzie, y al vicepresidente ejecutivo del Consorcio de Servicios Universitarios de Cataluña y profesor de Economía Aplicada de la UPF, Miquel Puig. Los dos primeros rechazan la secesión de Cataluña; los dos últimos la defienden abiertamente.
Puig: la secesión no tendría "costes económicos significativos"
Puig no solo defendió la viabilidad de una Cataluña independiente, sino que aseguró que esta era la mejor opción. Eso sí, se mostró dispuesto a discutir sobre "los costes de la transición" hacia ese hipotético Estado independiente.
En este sentido, rechazó los datos que apuntan algunos informes al respecto. Así, Puig situó entre el 1% y el 2% la reducción del PIB catalán a causa de un posible boicot del resto de España. Redujo a un máximo del 3% del PIB el coste del denominado efecto frontera. Y consideró que "es fantasía" pensar que Cataluña pudiese salir de la UE en caso de secesión porque sería la UE la principal interesada en que eso no ocurriese para que una Cataluña aislada y endeudada no perjudicase a los acreedores y a las multinacionales de la propia UE. "No es razonable pensar que habría costes económicos significativos como consecuencia de la independencia", sentenció, y recordó que las multinacionales no se están yendo de Cataluña pese al proyecto secesionista.
Sí reconoció, en cambio, que habría costes como consecuencia del "desgaste emocional, político y tal vez económico" que probablemente llevaría el "largo proceso" necesario para que el resto de España reconociese la independencia de Cataluña. Pese a ello, consideró que "este desgaste vale la pena" porque "la alternativa es quedarse en una España envejecida, endeudada, poco productiva y muy mal gobernada" que va camino del "colapso de su Estado del bienestar". "Una opción [la secesión] es arriesgada y penosa, pero la otra es siniestra", concluyó.
Paluzie: la independencia de Cataluña "sería buena para España"
Paluzie aseguró que "el contexto económico actual favorece los procesos de independencia" e indicó que el principal beneficio de la independencia sería "el fiscal". Un "dividendo fiscal de la independencia" que, según un estudio de las profesoras Núria Bosch y Marta Espasa, para el período 2006-2010, supondrían entre 12.000 y 16.000 millones de euros anuales.
Para Paluzie, no habría ningún coste asociado a la independencia si no fuera por "las amenazas, los boicots y los vetos". Con una separación acordada y pactada, estos no existirían, insistió. Y advirtió de que "con una separación no amistosa" -que incluyera un veto a la entrada a la UE- la Cataluña independiente no asumiría la parte proporcional de deuda del Estado que le correspondería. Así, "la principal interesada en una solución acordada es la propia España", sentenció.
Eso sí, reconoció que "no está garantizado" que seamos "capaces de hacer un país mejor" tras la independencia, lo que calificó de "ventana de oportunidad".
Paluzie también acusó a los contrarios a la secesión de apelar únicamente a las "amenazas" para defender su posición. E incluso fue más allá: la independencia de Cataluña "a largo plazo sería buena para España" porque resolvería las "tensiones políticas" actuales y "sería una oportunidad para regenerarse política y económicamente".
Oller: la secesión traería inestabilidad política, económica y jurídica
Oller recordó que, según datos de la Generalidad, en los últimos tres años los partidarios de la independencia han pasado del 24% al 48%. "Es evidente que este cambio de opinión en tan poco tiempo no es fruto de un cálculo racional, sino que responde a una canalización por parte de las élites políticas Cataluña del profundo sentimiento de humillación e insatisfacción de los catalanes del desgraciado proceso del Estatuto", ha explicado.
En ese sentido, ha asegurado que los costes de una secesión "están muy lejos" de los que reconocen los independentistas. Y ha destacado la importancia de cuatro de ellos: la estabilidad monetaria, la solvencia del Estado, la estabilidad política y la seguridad jurídica.
Oller ha cuantificado la deuda inicial de una Cataluña independiente, según diversos estudios, en torno a un 145% del PIB -incluyendo la deuda actual de la Generalidad, la parte proporcional de la deuda del Estado y la valoración de los activos del Estado en Cataluña-. "¿Es viable [un país así]?", se ha preguntado.
Otro de los aspectos negativos de la secesión que ha instado a tener en cuenta es "la inestabilidad política" de este tipo de procesos, lo que supone un "alto peligro", y que los independentistas no mencionan nunca. "Replicar en un Estado independiente el principio democrático que quieren implantar ahora -de que una votación está por encima de las leyes- supondría llegar a la anarquía", ha advertido.
También se ha preguntado cuáles serían los fundamentos del nuevo Estado, y si los planteamientos de las minorías extremistas no se impondrían a los más moderados. Además, ha rechazado las acusaciones de realizar un "discurso del miedo": "Evidenciar el coste de una acción es elemento de racionalidad, no de sentimentalidad".
Para Oller, "es mucho más fácil, barato y prudente abordar la reforma de la democracia española que emprender esta aventura [independentista] llena de riesgos". Y ha respondido a Puig asegurando que todas las críticas al mal funcionamiento de España, "también valen para Cataluña".
Borrell: la secesión de Cataluña "sería una catástrofe" para España
Borrell ha rechazado que la independencia proporcione a la Generalidad de Cataluña 16.000 millones de euros extra, como defienden sus partidarios. Y ha subrayado que los "costes de transición" de la secesión -aunque fuera pactada- serían muy elevados, empezando porque Cataluña quedaría fuera de la UE durante "muchos años", probablemente "una generación", como ha advertido la eurocomisaria Reding.
Esta situación "transitoria" conllevaría la salida de Cataluña del eurosistema, y a su vez, la banca catalana y las grandes empresas "emigrarían a Madrid" para poder financiarse.
También ha respondido a Puig en el sentido de que las multinacionales no se están yendo de Cataluña porque no consideran creíble una posible independencia de Cataluña. Y le ha preguntado por qué una Cataluña independiente no iba a repetir los errores de España, cuando, por ejemplo, Cataluña -pese a tener la mayoría de competencias en educación- tiene un fracaso escolar más parecido al de Portugal que al de Suecia.
Borrell ha explicado que "los catalanes hoy en día estamos pagando al Estado central entre un punto y un punto y medio más de lo que nos tocaría si pagásemos en función de nuestra renta y recibiésemos de acuerdo a nuestra población". "¿Por un punto o un punto y medio de PIB vale la pena entrar en una dinámica tan llena de interrogantes como sería la independencia?", se ha preguntado.
El ex ministro ha respondido a Paluzie asegurando que detallar lo que ocurriría en caso de secesión "no es amenazar", más bien al contrario, ha defendido que los catalanes "tienen derecho a saber cuáles son los riesgos que correrían" con la independencia.
"Les aseguro que una región que se separe de una forma no consensuada argumentando que está contribuyendo económicamente en exceso no despertaría ninguna simpatía en ninguno de los países que tienen el mismo problema", ha sentenciado.
Las preguntas de los asistentes evidencian la ruptura social
Las preguntas de los asistentes han servido para evidenciar que las posiciones entre secesionistas y no secesionistas están más enconadas que nunca, y que el proyecto promovido por el presidente de la Generalidad, Artur Mas, ha conseguido dividir a la sociedad catalana como nunca antes se había visto.
Entre los presentes se encontraba la ex consejera del PSC Marina Geli, que ha apostado por "una España con una Cataluña como Estado asociado", y le ha preguntado a Borrell si "es viable una España sin Cataluña". Borrell ha respondido que la secesión de Cataluña "para España sería una catástrofe" desde el punto de vista económico y social. En caso de secesión, "todos saldrían perdiendo", ha concluido.
El moderador, Joan Tapia, ha cerrado el debate con una reflexión contundente: "Si para España la independencia de Cataluña es la ruina, difícilmente Cataluña podría ser independiente, porque nadie consentiría un suicidio".