Francisco Morente Valero, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona, en un artículo publicado este sábado en El País:
"[...] En las teorías de la conspiración a las que son tan aficionados nuestros secesionistas, no tardaremos en encontrar la que sostenga que, en el fondo, el presidente ruso es un agente del CNI [por su actuación en la crisis de Crimea], que ya se sabe que está por todas partes y no descansa en su afán por hacer descarrilar el proceso catalán.
Efectivamente, Crimea y Cataluña se parecen en que el nombre de las dos empieza por c y en que, en un sentido amplio, están bañadas por las aguas de ese gran lago interior que es el Mediterráneo y su prolongación, el Mar Negro. Pero lo que cuenta aquí, y me temo que es lo que todo el mundo con dos dedos de frente ha registrado, es la posición que ha adoptado eso que se suele llamar la comunidad internacional, y que abusivamente se identifica con los Estados Unidos y la Unión Europea.
Y lo que se ha dejado meridianamente claro, además de la condena de la intervención rusa, es que la decisión del Parlamento de Crimea es ilegal porque viola la Constitución ucraniana y la integridad territorial del país. El dudosamente legítimo Gobierno de Ucrania, a su vez, ha anunciado la disolución del Parlamento rebelde y la detención del presidente de facto de la república autónoma. Nadie le ha dicho que se estuviese extralimitando en sus funciones.
Volvamos a casa. Ayer mismo, en declaraciones a RAC1, el president Mas reiteró que no convocará una consulta ilegal. De su intervención se podía deducir -y así lo hicieron todos los comentaristas que estaban presentes en la tertulia que siguió a la entrevista- que estamos abocados a unas elecciones plebiscitarias. Dejemos para otro momento el comentario sobre lo que cabe entender por ese tipo de elecciones. Lo que importa ahora es su finalidad. Y la única posible sería la de, suponiendo una mayoría secesionista en el nuevo Parlamento [autonómico], proceder a una declaración unilateral de independencia.
Salvo para los más enloquecidos, una decisión de ese tipo, que violaría claramente la Constitución y la integridad territorial españolas, solo tiene sentido si se espera poder contar con la comprensión y un rápido reconocimiento de la comunidad internacional. Sumen dos y dos. Claro que a lo mejor la crisis de Crimea sí que ha cambiado algo: quizás una Cataluña unilateralmente independiente pudiera contar con el reconocimiento de Rusia, vigente campeona del derecho a decidir (cuando le conviene). Pero ¿no habíamos quedado en que Putin era agente del CNI?".