Política

ETA se diluye mientras el Gobierno permanece inmóvil

  • Sectores políticos vascos critican que el Ejecutivo de Rajoy no persista en el mensaje de que el terrorismo ha sido derrotado. Mientras tanto, dirigentes del PP admiten el interés de congraciarse con sus votantes más radicales de cara a las europeas de mayo.
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7 enero, 2014 09:12

Nadie en el País Vasco -salvo un sector muy minoritario del PP, encabezado por el ex ministro Jaime Mayor Oreja, y UpyD- duda de que el terrorismo de ETA se acabó con el comunicado del final definitivo de la violencia, que la organización terrorista emitió el 20 de octubre de 2011, aunque quedan pendientes cuestiones importantes como la entrega de las armas y la disolución de la banda. Esa opinión sobre el fin de ETA es compartida por el Gobierno de Mariano Rajoy, como así lo han reiterado en numerosas ocasiones el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, y su número dos, el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez.

Sin embargo, en una parte significativa del electorado del PP en el resto de España aumenta la irritación por la actitud del Ejecutivo ante acontecimientos recientes como la excarcelación de los presos afectados por la llamada "doctrina Parot", cuya aplicación retroactiva echó abajo el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo (TEDH), o la más reciente reunión en Durango (Vizcaya) de los ex convictos. Ese sector comparte la opinión de algunos medios de la derecha madrileña y la de Mayor Oreja de que el fin de ETA no es tal porque la izquierda abertzale está en las instituciones, lo que supone, a su parecer, una victoria de los etarras.

El Gobierno, congraciado con su ala más radical

El Gobierno, que siempre dejó claro que el fin del terrorismo ha sido una victoria del Estado de Derecho y de los demócratas frente a los violentos, ha optado en esta ocasión por congraciarse con esa ala más radical de su partido y de su electorado y ha endurecido sus declaraciones. El ministro del Interior, por ejemplo, calificó de "repugnante" la reunión de los excarcelados y el dirigente popular vasco Iñaki Oyarzabal, habitualmente muy moderado en su valoración de la evolución de ETA y de la izquierda abertzale, criticó al juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz por no haber prohibido el acto de Durango. Esas declaraciones de Jorge Fernández y de Oyarzabal no se corresponden, sin embargo, con la actuación del Gobierno, que no movilizó contra esa reunión ni a la fiscalía ni a la abogacía del Estado, así que hay quien piensa que el Ejecutivo critica de palabra pero consiente de hecho.

Aunque la mayoría de los dirigentes del PP comprenden que les conviene acercarse a ese sector crítico del electorado de cara a las elecciones europeas del próximo mes de mayo, en sectores de prácticamente todo el espectro político vasco, incluida una parte de los peperos, no se acaba de entender esa estrategia inmovilista en lugar de buscar acelerar el fin de una ETA que se va diluyendo como un azucarillo pese a que el Gobierno no mueve un dedo. Igual que no se entiende en esos ámbitos por qué el Ejecutivo no insiste más en la derrota del terrorismo, en cómo ETA, que atentó por última vez hace más de cuatro años, ha abandonado la violencia sin conseguir ninguno de sus objetivos: Ni la autodeterminación, ni la anexión de Navarra, ni la amnistía.

"Resulta ilógico rechazar el comunicado de los presos de ETA"

De hecho, algunos dirigentes del PP coinciden con los del PNV o el PSOE en lo ilógico que resulta ahora, en aras de ese acercamiento al tea party popular, rechazar comunicados como el de los presos etarras -los que siguen en prisión- en el que reconocen el daño causado, renuncian a la violencia y se someten a la legislación penitenciaria para pedir individualmente la reinserción, "cuando eso es lo que se les ha exigido siempre". En el País Vasco se ve incluso ese movimiento de los presos como "un avance hacia la entrega de las armas y la disolución de la banda", para la que el colectivo de presos siempre ha sido un pilar fundamental.

Que los excarcelados por la sentencia de Estrasburgo, algunos ex dirigentes etarras con múltiples asesinatos a sus espaldas, se reúnan para ratificar ese documento de los presos también se considera un paso adelante, aunque la retórica que acompaña sus pronunciamientos siga siendo muy próxima a la utilizada en los años del terror. Un veterano dirigente socialista vasco, próximo en otros tiempos a Mayor Oreja, recuerda que hace años "se pensaba que cuando salieran de la cárcel tomarían las calles y han salido y no hacen nada, porque están derrotados".