El "póquer de la coalición" -como han bautizado los medios alemanes a las conversaciones, por un lado, entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y su partido hermano la Unión Social Cristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD) y, por el otro, a la CDU/CSU y los Verdes para formar gobierno- parece haber llegado a su fin cuatro semanas después de las elecciones generales.
Tras la negativa de los Verdes para formar gobierno con los democristianos liderados por la canciller Angela Merkel y el ministro-presidente de Baviera, Horst Seehofer, ha llegado el momento de los socialdemócratas. Los más de 200 delegados reunidos en la convención del partido celebrada este domingo en Berlín han votado mayoritariamente a favor del inicio de las negociaciones con la CDU/CSU para formar lo que será el tercer gobierno de gran coalición desde la fundación de la República Federal Alemana después de la II Guerra Mundial.
El próximo miércoles se reunirán democristianos y socialdemócratas para negociar el pacto de gobierno. Los segundos se presentarán con una lista de diez demandas aprobadas en la convención del partido, como la introducción de un salario mínimo de 8,5 euros por hora, la posibilidad de la doble nacionalidad -hasta ahora, los hijos de inmigrantes nacidos en Alemania deben elegir entre la nacionalidad de sus padres y la alemana entre los 18 y los 23 años-, una nueva regulación para favorecer la presencia de mujeres en los altos puestos ejecutivos, el establecimiento de un impuesto sobre las transacciones financieras y la creación de un programa de crecimiento para Europa con hincapié en combatir el desempleo juvenil.
Lo que les une
La CDU/CSU y el SPD se han reunido dos veces esta semana. El lunes pasado quedó de manifiesto que la socialdemócrata Hannelore Kraft, ministra-presidenta de Renania del Norte-Westfalia e inicialmente contraria a un gobierno de gran coalición, no torpedearía un futuro acuerdo con los democristianos. El miércoles, la reunión fue al más alto e íntimo nivel: Angela Merkel (CDU), Horst Seehofer (CSU) y Sigmar Gabriel (SPD). La prensa alemana señala el respeto mutuo que se profesan el ministro-presidente bávaro y el secretario general socialdemócrata, los dos principales padrinos de una gran coalición (véase, por ejemplo, el diario muniqués Süddeusche Zeitung de este sábado).
De estas primeras reuniones no ha salido ningún borrador de pacto. Todo, o casi todo, es negociable. Salvo un punto: la introducción de un salario mínimo interprofesional. Es la principal condición de los socialdemócratas para formar gobierno. Los democristianos han cedido. Al menos, en la forma. Seehofer fue claro por lacónico al salir de la reunión cuando los periodistas le preguntaron al respecto: "Está bien". El cómo se implemente -si por decreto gubernamental; si a través de una comisión donde estén representados la patronal, los sindicatos e incluso expertos, etc.- será probablemente el principal punto de controversia durante las negociaciones. Algo parece claro por ambas partes: el SPD necesita un acuerdo así, cual trofeo, para convencer a sus bases.
A cambio, los socialdemócratas renuncian a la creación de una unión bancaria en la Unión Europa y a un aumento de los impuestos a las rentas más altas (uno de los puntos fuertes de su programa electoral), aunque la política fiscal no dejará de ser un caballo de batalla. La CDU/CSU mantiene que con el actual nivel de ingresos no es necesario un aumento de impuestos para llevar a cabo las reformas prometidas (incremento de las pensiones y de las ayudas a la dependencia, más inversión en infraestructura y educación).
Los socialdemócratas, sin embargo, son de la opinión opuesta. Más allá de estas divergencias, ambos partidos deberán ponerse de acuerdo en política fiscal. En 2019 entra en vigor la nueva ley federal por la que los estados federados o Länder tendrán prohibido endeudarse. Además, expirará el Pacto de Solidaridad por el que la antigua Alemana del este recibía dinero de la Alemania del oeste. Hará falta mucha imaginación fiscal, teniendo en cuenta que en la actualidad 10 de los 16 estados están en números rojos y que los estados federados del Este son financieramente insostenibles.
El acuerdo de gobierno se espera sellar antes de las Navidades. Ahora bien, como ya advirtió el secretario general del SPD, serán las bases del partido las que tengan que autorizar el pacto con la CDU/CSU. En 470.000 militantes socialdemócratas quedará la decisión de formar el próximo Gobierno alemán. Aunque apurando, la decisión podría recaer en 90.000 militantes socialdemócratas, que es la cuota mínima de votación que prescriben los estatutos del partido. La CDU/CSU, por su parte, descarta someter a sus bases un futuro pacto de gobierno con el SPD.
De la variable verde
Este martes se escenificó públicamente el desencuentro entre la CDU/CSU y los Verdes. Públicamente, porque según cuenta la prensa alemana (véanse las actuales ediciones de Der Spiegel y Die Zeit, entre otros), un posible pacto ya se había dado por imposible en el primer sondeo celebrado el jueves de la semana anterior. Los Verdes, bloqueados por sus dudas internas -este fin de semana se han reunido sus delegados para nombrar a una nueva ejectuvia-, se presentaron con un programa de máximos (subida de impuestos, salario mínimo, la entrada de Turquía en la UE, un viraje en la política europea de austeridad, una rigurosa ley de exportación de armas -Alemania es el tercer exportador mundial-, un mayor impulso al cambio energético -la CDU/CSU quiere reformar la ley-, etc.).
No obstante, tras la reunión, los representantes de los Verdes -sus presidentes Cem Özdemir y Claudia Roth- señalaron un acercamiento o una "comprensión" de los democristianos a su visión verde de la sociedad alemana (por ejemplo, en una mayor conciencia contra la cría masiva de animales en granjas). Su presidente, Özdemir, llegó a asegurar en la rueda de prensa posterior: "La puerta no está clavada con grandes clavos que no se puedan sacar". Un aviso a navegantes democristianos -y también socialdemócratas- en el caso de que el intento de formación de un gobierno de gran coalición fracase, ya sea porque en las negociaciones no se llegue a pacto alguno, ya sea porque éste lo tumben las bases socialdemócratas. Entonces, con una nueva ejecutiva, los Verdes tendrían una segunda oportunidad de presentarse como alternativa real para formar gobierno.