Una Cataluña separada del resto de España se parecería más a Palestina o Kosovo que a Lituania, Estonia o Letonia. Estamos hablando del aspecto diplomático a nivel internacional y no tanto, obviamente, de sus aspectos económico y social. Así lo han manifestado, en los últimos días, fuentes de la Unión Europea (UE) y de la ONU.
La ONU tiene 193 estados reconocidos, el último, Sudán del Sur, que accedió a la comunidad internacional en 2011, tras una escisión de Sudán, décadas de conflictos y guerras -sobre todo por los recursos naturales del país- y un referéndum de independencia. Palestina quiso ser el 194 -a los pocos meses- pero fracasó en el intento, pese a que la mayoría de las naciones le dieron su apoyo.
La Vanguardia recoge este domingo la opinión de fuentes de la ONU -ninguna de la delegación de España- que aseguran que entrar en la organización internacional que abre las puertas a distintos foros -en ocasiones, las cierra si no se está en la ONU, como por ejemplo, la UE- es mucho más complejo de lo que parece.
Para que una supuesta Cataluña independiente accediera a la ONU de forma rápida y sencilla existen "dudas más que razonables", aseguran las fuentes consultadas por el diario del Grupo Godó, teniendo en cuenta las experiencias pasadas y presentes; y, sobre todo, en base a las normas que rigen el mayor organismo internacional.
Palestina y Kosovo
Fuentes jurídicas y diplomáticas de la ONU aseguran que Cataluña -el supuesto Estado catalán- estaría más cerca de la situación actual de Palestina y Kosovo, que sigue en un limbo cinco años después de declararse independiente unilateralmente, con el apoyo de EEUU, y sin reconocimiento de la UE, que de los países bálticos ex soviéticos.
El caso de Palestina es un ejemplo de lo que podría ocurrir. Mahmud Abas, presidente palestino, cansado de no avanzar en el reconocimiento pactado con Israel, se plantó en la ONU -Palestina es país observador, con voz, pero sin voto-, en 2011, con la carta de petición para su reconocimiento como Estado miembro.
Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, envió la carta al Consejo de Seguridad. Este está compuesto por quince países. Diez son rotatorios y cinco tienen derecho a veto (EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia y China). Con nueve votos y ningún veto, Palestina hubiera dado un paso de gigante, y su petición habría pasado al pleno (donde se encuentran los 193 países representados).
EEUU vetó la petición de Palestina. Como Rusia lo haría con Kosovo, y por eso la petición ni se plantea. Y ahí siguen los dos países, sin tener relaciones internacionales a nivel de la ONU, y con ello vetado su ingreso a un gran número de foros internacionales.
La "suerte" de los países bálticos
"Cataluña, con España de espaldas, lo tiene prácticamente imposible", señala una de las fuentes del diario conservador catalán. "No veo a Cataluña en la ONU con España en contra aunque tuviera a Francia a favor", añade. "Pero parece imposible que Francia, que dispone de veto, tenga una posición contradictoria y de conflicto con España. Al día siguiente podrían tener el mismo problema dentro de sus fronteras", concluye.
Nada que ver con lo que vivieron los países bálticos. Los tres lograron un puesto en la ONU (1991) antes incluso que en el Consejo de Europa (1993, Lituania y Estonia; 1995, Letonia), un foro europeo -con países que no son de Europa-, al margen de la UE, que podría abrir la puerta a la promoción de la internacionalización de la secesión y su reconocimiento.
Cargos vinculados a la diplomacia de uno de estos países bálticos reconoce que la suerte jugo a favor de ellos. Ni lo que quedaba de la URSS se opuso a su ingreso en la ONU: "Con Gorbachov y con Yeltsin había buenas relaciones". Con Putin, la cosa hubiera sido diferente, seguramente.
Desconcierto en la UE
Si para entrar en la ONU tras una decisión unilateral -es decir, sin una escisión legal, es decir, sin un cambio en la Constitución, para el caso español- es tarea casi imposible, en la UE están sorprendidos por la actitud de los nacionalistas catalanes y, en concreto, de los representantes de la Generalidad.
Así lo reconocen los funcionarios de Cataluña que trabajan en la UE, según recoge también este domingo El País. Desconcierto y algo de incomodidad, aseguran, en un debate que en Bruselas se vive con menos dramatismo que en la Comunidad, pero que podría dejarles en el limbo jurídico como a los funcionarios de Noruega, después de que este país rechazara entrar en la UE en 1994.
El diario del grupo Prisa ha consultado a una veintena de los alrededor de 300 funcionarios catalanes de la UE. Opiniones para todos los gustos, en un debate polarizado. Pero una opinión (anónima para el lector) resalta por encima de las demás: "Vemos con preocupación que en Cataluña no se quiera oír la posición de las instituciones europeas [las advertencias de que la independencia supondría salir de la UE], pese a que se conoce desde hace tiempo. Todo se aborda con mucha falta de seriedad porque no se quiere que interfiera en el proceso emocional".
Según datos no oficiales, calculados por El País, los catalanes han sido durante muchos años la comunidad española más nutrida en el seno de la UE. Ha llegado a rondar el 40% de los eurofuncionarios. Ahora su peso se ha equilibrado respecto a otras CCAA, pero mantienen buenos altos cargos, en buena medida porque llegaron a la UE antes que otros.