José Enrique de Ayala, miembro del Consejo de Asuntos Europeos de la Fundación Alternativas, en un artículo publicado este sábado en El País:
"Hay muchas maneras de manipular la opinión pública a favor de intereses políticos. Una de las más comunes es emitir mensajes simples, que sean fácilmente aceptados por los ciudadanos, aunque oculten o eludan aspectos esenciales de la cuestión planteada que podrían modificar radicalmente su sustancia o sus efectos.
Esto es lo que puede estar pasando con el lema más usado en sus manifestaciones por los independentistas catalanes: "Cataluña, un nuevo Estado en Europa". Como nadie puede negarle a Cataluña su ubicación en el continente europeo, sea independiente o no, es evidente que el lema no se refiere a la geografía, sino que con el término "Europa" se quiere aludir a su estructura política: la Unión Europea (UE).
[...] Incluso en el caso en que la separación [de Cataluña respecto al resto de España] se hiciera de acuerdo con las disposiciones constitucionales y la aquiescencia del Estado matriz, el nuevo Estado surgido de la escisión no podría permanecer automáticamente en la Unión, ya que la inclusión de un nuevo miembro, provenga de donde provenga, requiere modificaciones en los tratados que solo pueden sustanciarse mediante los mecanismos establecidos. [...]
Se ha pretendido argüir que los catalanes ya son ciudadanos europeos y no se les podría privar de esa ciudadanía, pero esa interpretación es difícilmente sostenible. El artículo 9 del TUE [Tratado de la Unión Europea] dice: "Será ciudadano de la Unión toda persona que tenga la nacionalidad de un Estado miembro. La ciudadanía de la Unión se añade a la ciudadanía nacional sin sustituirla". Es decir, se es ciudadano de la UE porque se es ciudadano de un Estado miembro -en este caso España- y, en sentido contrario, la pérdida de esa condición implica simultáneamente la pérdida de la ciudadanía europea, que es consecuencia de aquella.
[...] En cuanto a un posible reingreso, no existe otro camino que el descrito en el artículo 49 para cualquier ampliación, es decir, mediante un tratado de adhesión específico, y si hubiera otra vía en el futuro tendría que ser previamente aprobada también por unanimidad de los miembros actuales. En el Consejo Europeo, donde debería ser aceptado el hipotético reingreso de Cataluña, todos los estados miembros tendrían derecho de veto. [...]
Nada sólido se ha construido nunca sobre bases falsas. Las posibilidades de que una Cataluña independiente se convirtiera en un Estado miembro de la UE, de forma automática, son nulas. No es un asunto en el que quepan diversas interpretaciones, o para el que no haya una posición clara de la UE. [...] Ocultar a los ciudadanos catalanes esta realidad -y sus consecuencias económicas- es engañarlos y puede llevar a falsear una consulta democrática, mientras se invoca la democracia para demandar su celebración [...]".