Bernd Lucke, profesor de Economía de la Universidad de Hamburgo (Alemania) y cofundador del partido euroescéptico alemán Alternative für Deutschland (AfD), en una entrevista para El Mundo, este miércoles:
[...] En el caso de España, el desarrollo de la balanza comercial [con la Unión Europea] da a entender que la mejora en competitividad ya se estaría, lentamente, produciendo.
En el caso de España, los salarios tendrían que bajar todavía un 30% para hablar de una producción realmente competitiva. Le hablo de cálculos macroeconómicos, de datos fríos. Sin esa bajada, no se volverá a crear empleo como para reactivar la economía.
Pero el proyecto europeo, además de una dimensión económica evidente y muy importante, tiene una irrenunciable dimensión política que usted no parece tener en cuenta en sus propuestas.
Yo entiendo que Alemania tiene un compromiso de solidaridad con los países europeos más pobres, pero los países europeos más pobres no son ni España ni Grecia ni Portugal ni Irlanda. Los más pobres por PIB per capita son Rumanía, Bulgaria y los Países Bálticos, que no se llevan ni un euro. No estamos repartiendo todo ese dinero a los países más pobres, sino a los que más deuda tienen, un criterio completamente absurdo. Y lo peor es que el proceso de los rescates se está llevando a cabo con una gran opacidad, la gente escucha elevadísimas sumas de dinero que se trasvasan a estos países o a sus bancos, pero no entiende bien lo que se está haciendo. Hace falta mucha más transparencia, y los gobiernos deberían estar dando muchas más explicaciones.
Pero también habría que explicar bien en qué situación quedaría Europa y en qué situación quedarían los países que abandonasen el euro. No resultaría sencillo en absoluto.
Hay muchas formas de hacerlo, varios proyectos diferentes. El profesor Kai A. Konrad ha hecho buenos análisis al respecto. Y puede optarse por cualquiera de esas vías. El objetivo es que los que no puedan financiarse tomen distancia para crear así una línea de contención del problema. Y no es necesario pensar en países enteros. Cataluña, País Vasco y el norte de Italia podrían permanecer en el euro, por ejemplo, pero está claro que Grecia o Andalucía no forman parte de esta realidad. Empeñarnos en lo contrario es negar la evidencia. Y cuanto más tardemos en darnos cuenta, más caro nos costará a todos.