En la misma jornada en la que Crónica Global desvelaba esa conversación telefónica tan definitoria de la situación política catalana entre Francesc Homs y uno los próceres del independentismo en la sombra, otro medio averiguaba que Oriol Soler, el cerebro ripolletense de este sinsentido, se entrevistaba durante cuatro horas en la embajada de Ecuador en Londres con el mitificado Julian Assange.
Conocer ambas cosas en una misma jornada es suficiente para arrancar esta tesis: hay independentistas listos, que ganan con y viven del procés, y otros muy tontos que palmarán su carrera política y que, por si fuera poco, se verán afectados en sus situaciones patrimoniales.
El que fuera consejero de Presidencia y después diputado del PDeCAT en Madrid, Francesc Homs, ponía en evidencia el papel de los indepes más garrulos. “Me han dejado tirado”, se lamentaba Homs en una llamada a Carles Viver i Pi-Suñer interceptada en una investigación de la Guardia Civil. Homs se refería a los suyos, a los propios, a aquellos compañeros de partido, coalición y ensimismamiento a los que pensó ayudar a alcanzar el sueño y cuando vieron que la ensoñación era cara y generaba malestar le dejaron solo ante el peligro.
El lamento de Homs no será el único que se producirá. Habrá más, muchos más, tantos como individuos que han sido arrastrados/engañados/abducidos por los teóricos del procesismo desde la sombra y sin riesgo alguno. Artur Mas ya se ha lamentado en privado de cómo se le evaporarán los ahorros de su vida y lo heredado de los padres, sobre todo ahora que Hacienda ha decidido ponerle el foco al dinero recibido para pagar fianzas y ver si el expresidente ha tributado bien por esas cantidades que se le han entregado.
Muchos otros como Homs han sido arrastrados/engañados/abducidos por los teóricos del procesismo desde la sombra y sin riesgo alguno, los Oriol Soler, Roures, Sala-Martín, Toni Soler, Colomines, Rahola...
Los indepes listos no salen casi nunca en la foto, o cuesta mucho más retratarles en acción. Hay dos que son tan peligrosos como serpenteantes: Oriol Soler y Jaume Roures. No son los únicos, les siguen el genio del humor antihispánico Toni Soler, el economista liberal que rechaza los piquetes salvo cuando le convienen Xavier Sala-Martín, el historiador funcionario-permanente-a-disposición Agustí Colomines, la articulista y vociferante tertuliana a sueldo del Grupo Godó Pilar Rahola y una buena colección de individuos a los que la ebullición del nacionalismo les ha venido de perlas, en especial a sus cuentas corrientes. Son los listos del procés, los que de una u otra manera han conseguido poner su talento al servicio primero de lo suyo y luego, si queda algo, de los demás.
Estos que se han ganado la vida con el procesismo son los más peligrosos, porque al credo que profesan le añaden el pragmatismo de sus intereses personales. Nada tienen que ver con el payés de Alella que bajaba a Barcelona con su tractor a 40 kilómetros por hora para asistir a la proclamación de la república o con el fanático que se tumbó en un carril de una carretera para impedir que los coches circularán en la fallida huelga general del último día. Hay también algunos editores indepes que han hecho de su línea editorial un negocio para ellos con cargo a los presupuestos públicos y, finalmente, los que han acabado en la cárcel o huidos en Bruselas. Todos son indepes, cierto. Pero unos son unos cándidos e inocentes víctimas (hasta Homs, el león de Taradell, entra en la categoría) incapaces de engañar más a que ellos mismos. Con los otros, no me dedicaría ni a recoger billetes de 500 euros aunque estuvieran esparcidos por el suelo. ¿Verdad que me entienden?