Nicola Pedrazzoli ha regresado a Barcelona tras un tiempo de ausencia. En pocos meses, se ha convertido en uno de los protagonistas del mundo empresarial y mediático de la Ciudad Condal. Nada más aterrizar compró a la familia Godó un activo del que no sabían cómo desprenderse por su nula rentabilidad, el canal televisivo 8TV. El empresario italiano adquirió de la noche a la mañana el negocio y a partir de su irrupción con una programación más populista se sucedieron las especulaciones sobre las verdaderas intenciones y la identidad de sus compañeros de viaje.

Pedrazzoli era un viejo conocido por estos lares. Formado y salido de la factoría televisiva de Berlusconi, adquirió en 2006 el llamado Canal 50, que acabó convirtiendo en Canal Català. Su primer aliado fue Manuel Bustos, entonces alcalde de Sabadell, ciudad donde tenía la sede aquella televisión. Las aportaciones del munícipe a la cuenta de resultados del italiano fueron sonadas hasta que se tornaron en escandalosas y hubo que plegar velas. Nicola se enfadó, y mucho, con el mundo socialista que no quiso dar cobertura a la alianza iniciada por el alcalde vallesano y se negó a financiar su chiringuito. La línea editorial de sus medios era perfectamente adaptable al negocio coyuntural. De él se dice que la alquila a la causa que mejor paga. Prueba de ello es que poco más tarde aparece su segundo aliado, el omnipresente David Madí. Gracias al apoyo del entonces mano derecha de Artur Mas, Pedrazzoli levantó Canal Català, con una suma de licencias televisivas locales y comarcales que volvió a emparentarlo con los Godó. “Si Pedrazzoli es un Pinocho italiano en Barcelona, Madí fue Geppeto [el carpintero que talló el títere del cuento]”, confiesa un empresario del sector a modo de metáfora.

A través de Josep Caminal pretendió alquilar un canal de los que estaban en poder de la familia para contar con cobertura autonómica total y cuando parecía que estaba hecho, la intervención del CAC poniendo unas draconianas condiciones hizo naufragar el acuerdo. Pedrazzoli se paseó por algunas redacciones y despachos con los documentos en los que advertía de que pensaba denunciar a los Godó por, literal, “acabar con mi negocio”. Nada hacía suponer que una década más tarde volverían a darse la mano en un trato. El berlusconiano hombre de negocios hizo las Españas, sembró de teletiendas y programaciones esotéricas algunos canales de televisión y con eso amasó algunos euros. La fiera se calmó de forma temporal.

La crisis de Lehman Brothers afectó a su modelo y desapareció de forma progresiva del mapa. Al regreso, tras tomar el control de 8TV el año pasado, Pedrazzoli ha desplegado una frenética actividad para reconstruir su proyecto mediático. Relato, mucho más relato que sustancia. Ya con las manos en 8TV todo su interés ha sido dar señales al mercado de que posee una sólida estructura de negocio que le permite crecer y expandirse no solo con la televisión, sino también con la radio y los medios nativos digitales. Los Godó, con más experiencia en el sector y alianzas incluso con Mediaset, jamás fueron capaces de hacer rentable un canal televisivo para un mercado como el catalán. Allí se enterraron unas decenas de millones del grupo editor de La Vanguardia, Mundo Deportivo y propietario de la más rentable RAC1. El relato de Nicola se fundamenta, en síntesis, en que él sí será capaz.

En el viaje de regreso le acompaña el mismo socio que ya tenía en los tiempos de Canal Català, el financiero de Riva y García y conocido opusdeísta, Borja García Nieto. Hombre vinculado a la derecha catalana más ancestral desde tiempos remotos, no tuvo empacho en hacer de la primera aventura televisiva un sucedáneo de televisión nacionalista. En esta ocasión se suman también dos figuras antagónicas y procedentes de espacios territoriales distintos. Por un lado, el millonario andorrano Cristian Pérez Pradere, tabaquero, presidente de la eléctrica del país pirenaico, además de uno de los miembros de la familia propietaria de los grandes almacenes Pyrénées. Asimismo, en el capital de OC 2022 (así se llama la mercantil de Pedrazzoli) también reside Francisco Javier Rey Morán, doctor en Medicina y Cirugía y uno de los fundadores de la Universidad Católica de Murcia (UCAM), donde ejerce de docente e investigador. Luego comprobaremos algunas de las conexiones que enraízan con este socio.

Pedrazzoli necesita para su relato darle dimensión al juguete empresarial creado y ha dejado caer por la ciudad que quien realmente financia y está detrás de su proyecto es el archimillonario Manuel Lao. Nada más lejos de la realidad. Mucho tiene que ver en esa especie que circuló por Barcelona el hecho de que Andrés Morell, un ejecutivo vinculado de manera histórica a Cirsa y hoy dedicado a la división del grupo empresarial que quedó fuera de Nortia (el gran hólding inversor donde anidan todos los negocios transparentes de Lao) haya desplegado una hiperactividad de apoyo a Pedrazzoli por tierra, mar y aire.

Morell, habitual del restaurante Miguelitos o ahora del Rías de Galicia (también comprado por Lao), mantiene la conexión con Ingrid, la hija del multimillonario, y con su pareja, Santiago Bach. De hecho, Morell es quien les ayuda, por ejemplo, con el negocio de los columbarios (Coral Memorial) que tantas visitas a los juzgados ha provocado. Consiguieron colocarlo en muchas parroquias, en el Barça, pero fueron condenados por impago por el contrato con el Betis y los columbarios anexos al estadio Benito Villamarín. No son sus únicas actividades. También venden crecepelo y estimuladores sexuales. La universidad murciana antes citada es uno de los lugares donde les preparan estudios para el desarrollo de sus productos.

El círculo no se acaba de cerrar. Manuel Lao prometió en su día al malogrado Antonio Asensio que no entraría jamás en el negocio de la comunicación a cambio de que el empresario de prensa hiciera lo propio con el sector del juego. Promesas que eran lanzadas en intensas partidas de póker en Marbella y que para ambos tenían sentido de contrato legal. Otra cosa es el papel de Morell, que no ha dudado a usar su cargo de asesor del presidente en operaciones más arriesgadas. A saber: acercarlo a la fallida candidatura de Toni Freixa al Barça, a los líderes de Vox en Cataluña o casi convencerlo para entrar como socio de Pedrazzoli. Intentó arrastrar al padre y a Nortia sin éxito. Sí que lo consiguió con una hija y su pareja. El padre le otorgó una pequeña participación suficiente para que hagan sus propias inversiones. Resultado: las empresas de Pedrazzoli y las de Ingrid Lao tienen su domicilio social en el mismo espacio de la calle Muntaner de Barcelona. Coincidencias o no, el padre no ve con buenos ojos esa aproximación empresarial en la que Bach tiene mucho que decir.

Volvamos a Pedrazzoli. Tiene medio apalabrado un pacto con SER Cataluña para quedarse una serie de postes emisores que la cadena mantiene infrautilizados. Más todavía después del fracaso que ha supuesto la apuesta por el comunicador Josep Cuní, que ha resultado incapaz de generar una competencia clara a RAC1 y Catalunya Ràdio. Nicola intenta que esas frecuencias le sean traspasadas en uno u otro régimen para tener televisión y radio propias. En síntesis, para darle la batalla comercial a los Godó en las ondas e intentar aprovecharse de la reconversión pendiente de la pública TV3.

Se da la circunstancia de que ese pacto puede cerrarse apenas unos meses más tarde de que los Godó hayan desinvertido el 20% del capital que poseían desde hace ya muchos años en la Cadena SER. ¿Está informado el todopoderoso presidente de Prisa, Joseph Oughourlian, de quién sería su nuevo cliente en Cataluña? ¿Tiene algo que decir Salvador Illa y su partido en Barcelona o en Madrid? Y mientras acaba de cerrar los flecos legales de la operación, Pedrazzoli se ha propuesto encarecer la masa salarial de la radio privada catalana con ofertas a algunos radiofonistas estrella que ojipláticos se sienten halagados por el generoso ofrecimiento, pero especialmente inseguros sobre la viabilidad empresarial del proyecto que se les ofrece. Y, por si fuera poco, ha dejado a José Antich sin la cadena radiofónica a la que aspiraba además de ficharle a algún profesional.

Curiosas también resultan algunas aproximaciones que Pedrazzoli ha realizado con los grandes anunciantes catalanes. En especial con las administraciones públicas, a las que no ha tenido empacho en pedirles con inusual exigencia cifras millonarias de inversión comercial para su canal de televisión. Tras entrevistarse con ERC para explicar su proyecto no tuvo el más mínimo problema en incoporar a Saül Gordillo a su proyecto.

En ese marco de dudas, capacidades y claroscuros resultan malintencionados quienes le comparan con un Pinocho a la catalana. Pedrazzoli aspira a mucho más. Un Groucho Marx de la comunicación en estado puro: “Estos son mis principios, pero si no le gustan… tengo otros”. Y que las ondas se encarguen de difundirlos…