La última entrega de los amigos de El Triangle sobre el Plan 2000 de Jordi Pujol explica cómo el viejo líder nacionalista planeó penetrar en los medios de comunicación y utilizar a los periodistas de punta de lanza en la difusión de sus ideas sobre la “construcción” nacional de Cataluña.

No pasa día sin que tengamos evidencias de los resultados de aquella estrategia. Poco importa que hayan transcurrido 40 años desde su diseño, que su autor esté señalado por la confesión de fraude fiscal o que la última intentona separatista haya fracasado. (Por cierto, alguien debería estudiar si el verdadero objetivo del procés no era otro que volver a morder el polvo para seguir cincelando una personalidad colectiva de víctima.)

Un ejemplo. Esta semana, todos a una, los comunicadores más influyentes de Cataluña se han lanzado contra Pedro Sánchez por echar en cara a ERC que, siendo un partido de izquierdas, defienda la separación de un territorio rico de los otros con menor nivel de vida, que apoye los privilegios de una región sobre otras. El verdadero error del presidente en funciones es que confunde a Esquerra, que se denominó así para distinguirse de los liberales y los conservadores de la época, con una organización homologable a las de la Internacional Socialista, o sea, las socialdemócratas.

Pero el caso es que esos periodistas han aprovechado para poner las primeras piedras de la campaña electoral del nacionalismo echando mano del manual pujolista. Han acusado a Sánchez de fomentar la catalanofobia. La idea fuerza es la víctima arrollada: la dignidad de Cataluña, que ha sido mancillada por el secretario general del PSOE. Es el viejo recurso que ya utilizó Pujol desde el balcón de Palau cuando la fiscalía se querelló contra él por la ruina de Banca Catalana. La dignidad de Catalunya también fue el título de editorial conjunto de la prensa catalana del 25 de noviembre de 2009.

Poco importa que el mismo Pujol haya avalado 40 años después a quienes sospecharon de la quiebra del banco al recurrir a la ridícula deixa del avi Florenci para explicar la fortuna que ocultaba fuera de España. Da igual. El argumento de la dignidad permanece.

Como permanece el no ens volencon el que zanjó el desastre de la Operación Reformista capitaneada por Miquel Roca en 1986. Ahora, sus seguidores lo vuelven a esgrimir. El Estado, la península, el territorio ñordo, el de los Jacobos --cualquier ocurrencia en ese esfuerzo inútil por la negación de España--, fomenta la catalanofobia, no quiere a los catalanes. Sin embargo, cuando Quim Torra ignora a los damnificados por la gota fría de más allá de los països catalans, como también hace TV3, no pasa nada. Él siembra solidaridad, mientras que los demás esparcen odio.

Se producen casos de estos a diario. El Corredor Mediterráneo 5G entre Occitania y Cataluña, sin ir más lejos. España vuelve a hacer daño a los catalanes porque paraliza un acuerdo entre el “ministro” de Políticas Digitales del “Estado” catalán con la región francesa de Occitania en el que la parte catalana se presenta como autónoma y soberana.

Lo que en realidad no es otra cosa que una afición patológica a la colleja se disfraza de nuevo ataque a la dignidad de un pueblo con los mismos argumentos de hace 40 años y bajo la inspiración de los mismos manipuladores. Es la auténtica deixa de Jordi Pujol.