Crónica Global encara el último mes del año de su décimo aniversario con un regalo que hacía tiempo que merecía: el nacimiento de su edición en catalán. Y no es solo una cuestión de oportunidad editorial, sino una evolución natural para un medio que lleva una década explicando historias de Cataluña con rigor, sin complejos y desde todas sus aristas.
Cataluña tiene una realidad lingüística única y, a veces, difícil de explicar desde fuera. Aquí lo habitual no es escoger un idioma u otro, sino convivir con los dos.
Yo misma —y mis amigas de toda la vida— somos un ejemplo perfecto: empezamos una frase en catalán y la terminamos en castellano; o al revés. Cambiamos de lengua sin darnos cuenta, casi en la misma respiración. Y eso también es Cataluña. Esa mezcla espontánea, cotidiana, que se cuela en las conversaciones, en las reuniones de trabajo, en los pasillos de las redacciones y en cualquier mesa de bar un jueves por la noche.
Pero precisamente porque esa convivencia existe —porque es natural, rica y profundamente nuestra— debemos tener claras dos cosas. La primera: que el catalán es una lengua que necesita ser cuidada, mimada y potenciada. Que se habla menos, que tiene menos presencia social y que merece un compromiso activo para garantizar que siga viva, fuerte y útil.
La segunda: que informar en catalán no excluye a nadie. Al contrario: suma, conecta y refleja con más fidelidad la realidad de un país que es, desde hace siglos, bilingüe de hecho, aunque a veces lo olvidemos.
De ahí nace la edición en catalán de Crónica Global. No como un gesto simbólico ni como una concesión, sino como un paso coherente con aquello que llevamos diez años defendiendo: explicar Cataluña tal y como es. Con sus luces y sus sombras. Con sus debates, sus retos y sus contradicciones. Y, por supuesto, con sus lenguas.
Porque la realidad catalana también se cuenta en catalán. Y nosotros queremos estar ahí, en esa conversación, con la misma exigencia, la misma transparencia y la misma vocación de servicio público que han marcado nuestro camino desde el primer día.
Porque, al final, cuidar una lengua es cuidarnos a nosotros mismos. Es preservar aquello que nos explica, que nos emociona y que nos vincula a un territorio y a una memoria compartida. Y si algo ha demostrado Crónica Global en estos diez años es que no rehúye esa responsabilidad: la asume, la honra y la ejerce.
Nuestra edición en catalán nace con ese compromiso. Con la voluntad de sumar, de acompañar y de contribuir a que el catalán siga siendo una lengua útil, viva, presente y respetada. No venimos a ocupar espacio, sino a ampliarlo. No venimos a competir, sino a dialogar. Y no venimos a apropiarnos de nada, sino a poner una piedra más en la construcción de un país plural que se reconoce en su diversidad lingüística.
Crónica Global tindrà cura del català com té cura de tot allò que explica: amb rigor, amb honestedat i amb la convicció que les llengües no divideixen, sinó que enriqueixen. I que servir els lectors també implica servir les paraules amb què aquests lectors viuen, pensen i senten.
