El acaudalado barcelonés Alberto Palatchi Ribera, exdueño de la firma de trajes nupciales Pronovias, está de enhorabuena. Su fortuna, ya de por sí muy copiosa, experimentó el pasado año una fuerte ascensión y alcanzó unas magnitudes deslumbrantes.

El empresario articula los negocios por medio de su holding personal Galma. Veamos unos pocos pormenores del balance de 2024, a cual más espectacular. Los activos almacenados en dicha entidad engordaron un 24% y por vez primera rebasaron la cima de los dos mil millones, para quedar fijados en 2.187.

De esta suma, nueve décimas partes corresponden a acciones de compañías de primera fila cotizadas en las bolsas mundiales, fondos de inversión, bonos soberanos y otros productos de liquidez inmediata. Los estados contables de Galma lucen con un garbo tan brioso, que carecen de deuda bancaria alguna.

Los recursos propios se dispararon como un cohete hasta bordear los 2.000 millones. El capital inicial aportado por Palatchi se limitó a 0,7 millones. El resto hasta completar su patrimonio global proviene de las ganancias acumuladas a lo largo de las últimas décadas.

El dato más sobresaliente de Galma durante el postrer ejercicio fue el logro de un beneficio neto de nada menos que 412 millones, que casi dobla el del ejercicio anterior.

Palatchi celebró el acontecimiento con el reparto de un dividendo de 41 millones, que fue a parar íntegramente a su faltriquera de socio único. Tras el cierre del ejercicio fiscal, a comienzos del año corriente, repitió la jugada y se embolsó otros 15 millones por la misma vía.

Las cuentas de Galma incluyen unos pocos pero valiosos inmuebles, en particular, tiendas ubicadas en las calles más comerciales de Madrid, Milán y París, que tiene alquiladas a Pronovias.

Palatchi, de 76 años, es un personaje hecho a sí mismo, que destila simpatía a raudales. También arrastra fama de poco dispendioso. Es probable que semejante circunstancia explique, si quiera sea en parte, la extraordinaria acumulación crematística que ha protagonizado en el curso de su fecunda vida.

Su corporación nació en Barcelona. Siempre se nutrió de los haberes generados por Pronovias. Por desgracia, se vio forzada a largarse de Cataluña debido al infierno fiscal imperante, tal como reconoció en su momento Palatchi.

Este vendió Pronovias en julio de 2017 al fondo británico BC Partners por 550 millones. Seis meses más tarde, trasladó la sede social de Galma de Barcelona a Madrid.

Al mismo tiempo, Palatchi estableció su domicilio particular en la Villa y Corte, en un ático del barrio de Salamanca. Ahí sigue tan campante ocho años después, disfrutando de una segunda juventud y de las mieles capitalinas.

La cesión de su niña mimada Pronovias a manos foráneas, no pudo resultar más oportuna. Porque a raíz de la pandemia del Covid, la conocida marca entró en barrena y desde entonces ha perdido hasta las enaguas.

El descalabro resultó tan profundo que BC se vio obligada a traspasar Pronovias a su homóloga Bain en 2022, a precio de saldo.

Palatchi siempre lideró Galma en solitario, como gerente único. A finales del pasado año instituyó un consejo de administración, al que incorporó a sus tres hijos.

Lo preside el patriarca, que además ejerce de consejero delegado; como vicepresidentes figuran AlbertoMarta Palatchi Gallardo; y como vocal, Gabriela. El varón fue nombrado, asimismo, apoderado.

El trío fraterno, al margen de los conspicuos caudales de su padre, heredará el día de mañana otros no menores. Me refiero a los de su madre Susana Gallardo, divorciada de Palatchi y casada en segundo matrimonio con el exprimer ministro francés Manuel Valls.

Susana es uno de los tres vástagos de Antonio Gallardo Ballart, quien junto con su hermano Jorge controla los potentes laboratorios Almirall, de la Ciudad Condal. Estos dos próceres lucen la dorada categoría de octogenarios.

A la vista de las colosales cifras que exhibe Galma, queda bastante claro que la fuga a Madrid le está sentando a las mil maravillas al experimentado y astuto Palatchi. Cada día que pasa, su grado de prosperidad es más exuberante.