La próxima asamblea de socios compromisarios del FC Barcelona se presenta calentita. Joan Laporta, fiel a su estilo carismático e irreverente, ya se prepara para adornar con guirnaldas y fuegos de artificio un saco de noticias más negativas que positivas. El próximo domingo 19 de octubre tendrá que defender ante un millar de socios octogenarios --que, en realidad, serán bastantes menos-- algunas decisiones polémicas vinculadas al eterno regreso al Camp Nou, la inédita reforma estatutaria, el aval para las elecciones, la turística Grada d'Animació, otro mandato con pérdidas --extraordinarias si lo quieren, pero pérdidas al fin y al cabo--, las polémicas comisiones en tiempos de crisis, la devaluación de las secciones, el misterio de los asientos Vip y la imposibilidad de volver a la normalidad con el Fair Play de la Liga cinco años después de la pandemia. 

No son pocas las carpetas y deberes pendientes de un Laporta que, pese a su cuestionada gestión económica, institucional y social, sigue pareciendo claro favorito a revalidar la presidencia por cinco años más (hasta 2031). El laportismo no pasa de moda a pesar del aroma a los 90 que rezuma. Los laportistas se parecen cada día más a los fanáticos de Jordi Pujol, l'etern president de Catalunya, capaces de perdonarle hasta que salte la ley. Difícil de olvidar una frase que me soltó recientemente un amigo muy culé: "Por mí, como si se llena los bolsillos a costa del Barça. Que robe lo que quiera mientras siga de presidente". 

La percepción de muchos culés encaja con el discurso del presidente. "Lo volveremos a hacer", prometió en campaña electoral. En su anterior etapa construyó el Barça de Rijkaard para traer la Champions de 2006 y forjó el Barça de Guardiola, con Xavi, Iniesta y Messi a los mandos, para conquistar la tercera orejona en 2009. Esa generación, ya con otros presidentes a la cabeza, logró también las de 2011 y 2015. Laporta regresó al club en 2021 y tras unos primeros años de muchas dudas y dolorosas despedidas --Koeman, Messi, Xavi o Jasikevicius--, consiguió devolver la ilusión con el fichaje de Hansi Flick para el banquillo culé. Bajo la batuta de Pedri y la magia de Lamine Yamal, el socio vuelve a sonreir. 

No afecta demasiado, por ahora, la reciente derrota contra el PSG. Duele, por el hecho de haberse visto inferiores, pero el culé sigue con la panza llena tras una última temporada fabulosa y mantiene la confianza intacta tanto en el míster como en el equipo. Sin embargo, ese batacazo contra los de Luis Enrique no ayudará a calmar las aguas de una asamblea que podría no ser un camino de rosas (y que se celebra antes del clásico contra el Real Madrid por algo).

Laporta habría quedado muy bien si justo el día antes del encuentro, para el Barça-Girona del 18 de octubre, se hubiese podido hacer realidad el regreso al Camp Nou. Qué mejor manera de presentarse ante la asamblea que diciendo: "Perdón, hemos tardado un poco más de la cuenta, pero ya estamos en casa". En cambio, todas las informaciones apuntan a lo contrario. Nuevamente, se tendrá que excusar y pedir disculpas por no haber hecho realidad el anhelado regreso, que ya supera los 10 meses de retraso. 

Tampoco hará realidad una promesa que se demora desde hace más de tres años: la famosa reforma estatutaria. Muchos socios, especialmente los juristas, están muy mosqueados con esta cuestión y, sobre todo, con el hecho de que se vaya a pasar por alto la presentación de avales. Desde la modificación de la Ley del Deporte, ya no hace falta poner un aval bancario para acceder a la presidencia del Barça.

Laporta sudó tinta negra para conseguirlo en 2021 y, consciente de que no podrá presentar beneficios suficientes en 2026, no quiere volver a pasar por ese mal trago. Como de costumbre, ya tiene preparado el relato para justificarlo: la ausencia de avales convertirá el proceso electoral en un evento mucho más democrático y abierto a todos los socios. Una jugada perfecta para él. Cuantos más precandidatos se presenten, menos cuota de pantalla tendrán sus opositores más directos. El presidente, en cambio, con todo el poder mediático que le rodea, no se verá ni minimanete damnificado por esta cuestión. 

Justificar un nuevo año de pérdidas, la devaluación deportiva del femenino y el baloncesto o los problemas constantes con el Fair Play de la Liga para la inscripción de futbolistas --con una nueva reducción del límite salarial de plantilla deportiva inscribible-- es otra de las árduas tareas que deberá afrontar el presidente en una asamblea donde no se prevén hostilidades presenciales, porque será telemática, pero que contará con dos colectivos opositores organizados: los representantes de la Grada d'Animació y el aspirante a la presidencia Marc Ciria, que está empeñado en desmontar la palanca de BLM mediante una recogida de votos que no va por mal camino. Otros aspirantes al trono, como Xavi Vilajoana, Joan Camprubí o Víctor Font, también se mueven.