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Emilio Cuatrecasas, en una imagen de archivo

Emilio Cuatrecasas, en una imagen de archivo EP

Zona Franca

Emilio Cuatrecasas: genio de la toga, negocios desastrosos

Sus multimillonarios descalabros recuerdan cabalmente el vetusto dicho celtibérico de “zapatero a tus zapatos”

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El abogado Emilio Cuatrecasas tiene motivos para descorchar una botella de champán. Su hólding personal Emesa, de Barcelona, consiguió en 2024 un exuberante beneficio de 17 millones. Es la primera vez en seis años que logra sacar la cabeza del pantano de los números rojos. En ese intervalo sufrió pérdidas por valor de 167 millones. Pero cuidado con echar las campanas al vuelo, porque las cuentas se han salvado solo gracias a unas plusvalías por la venta de apartamentos y solares sitos en Cataluña.

Tal excedente se destinó a eliminar déficits arrastrados en el balance. Todavía le quedan por enjugar nada menos que 150 millones.

Semejante aplicación del resultado no impidió que don Emilio se autoobsequiara un dividendo de 36 millones, del que percibió una parte en efectivo y otra en especie.

El opíparo banquete se sirvió en dos nutridos y sabrosos platos. El primero, la entrega a sí mismo de la mansión que viene disfrutando en el municipio de Fontanilles, en la comarca gerundense del Bajo Ampurdán, valorada en libros en tres milloncejos.

Y el segundo, el cobro de dinero y de un terreno e inmueble en la opulenta avenida Pearson, de Pedralbes, que albergan el colegio St. Paul’s, tasados en siete millones.

La antes citada Emesa aglutina los caudales del jurista, sobre todo en dos campos: el inmobiliario y el financiero. Apuesta por invertir en grandes bloques de oficinas. De momento lleva desembolsados 120 millones para tal fin. Y prevé seguir robusteciendo su cartera con más incorporaciones.

Donde el caballero se ha desenvuelto con menos éxito es en su faceta financiera. Se cumplen ahora diez años desde que su grupo Áreas, gestor de restaurantes en autopistas, aeropuertos y estaciones de trenes, fuera absorbido por el homólogo francés Elior.

El magno trasiego reportó a Emesa la suma de 46 millones en metálico y de propina, un 5,2% del capital de Elior. Emilio dobló la apuesta dos años después con otros 84 millones adicionales, para elevar su participación hasta cerca del 10%.

Por desgracia, se equivocó de plano. La andadura en bolsa de Elior ha registrado una debacle tras otra y se ha dejado por el camino la friolera de cuatro quintas partes de su cotización.

Emesa se fue deshaciendo de las acciones en el parquet a precio de derribo. Ahora solo conserva un minúsculo 1,7%. La aventura de Elior se salda para el reputado jurisconsulto, por el momento, con un boquete que supera de largo los 200 millones.

Antes de este desdichado lance, Emilio ya había sufrido un traspié. Me refiero a su entrada en la promotora Habitat, de la Ciudad Condal, que capitaneaba Bruno Figueras. Este echó el anzuelo y asimismo picaron prebostes de la talla de Leopoldo Rodés, del grupo publicitario Mediaplanning; José Antonio Castro, de los hoteles Hesperia; Isak Andic, factótum de Mango; y Dolores Ortega, sobrina de Amancio, dueño del coloso multinacional Inditex.

Emilio puso de su bolsillo 30 millones. Tras el hundimiento de Habitat por la crisis, solo pudo recuperar la miseria de 225.000 euros.

Cuatrecasas cuenta hoy 71 años. Dirige su grupo privado con una plantilla de apenas 14 empleados. El pasado ejercicio incorporó a su hija Inés como administradora.

Previamente a enrolarse en las actividades de su progenitor, Inés se había lanzado al mundo de los negocios con la firma African Stories, representante de la marca sudafricana de moda femenina Mille Collins. La iniciativa no cuajó y acabó con la quiebra de la compañía.

El prócer tiene otros retoños, Cristina y Marta, que se dedican a sus propias actividades profesionales. La segunda también quiso probar suerte como empresaria. Abrió junto con otros socios el gimnasio de lujo La Sala Magali, en la calle Borí i Fontestà, frente al señorial Turó Park de Barcelona. La suerte tampoco le sonrió. La sociedad que explotaba el centro deportivo desembocó en concurso de acreedores y liquidación.

Las peripecias corporativas del veterano jurisperito se resumen en los datos siguientes. Emesa almacena hoy unos activos consolidados de 210 millones y un patrimonio de 135. Un sexenio atrás, tales magnitudes arrojaban respectivamente 600 y 300 millones. La radical mengua se explica por la catarata de quebrantos derivados de su infausta incursión en Elior.

Emilio Cuatrecasas lució durante décadas como un toga de oro descollante del foro de España. En cambio, como inversor no ha sido tan afortunado. Tan pronto entra en una inmobiliaria que está a punto de desmoronarse, como se atraganta con el menú que sirven los restaurantes de las autopistas y los aeropuertos.

Sus multimillonarios descalabros recuerdan cabalmente el vetusto dicho celtibérico de “zapatero a tus zapatos”.