Con la llegada de agosto, muchos catalanes toman un respiro. Es tiempo de desconexión, de maletas y sombrillas, de dejar atrás el estrés acumulado. Y, sin embargo, mientras los ciudadanos nos vamos de vacaciones, Cataluña parece estar volviendo de las suyas. Tras más de una década de agitación política y bloqueo institucional, la comunidad autónoma empieza a moverse. A gestionar. A gobernarse.

Todavía no se ha cumplido un año desde que Salvador Illa y su equipo tomaron las riendas del Govern, pero los síntomas de normalidad institucional son evidentes. Sin estridencias ni propaganda, el Ejecutivo ha logrado poner en marcha proyectos concretos de impacto real.

Uno de ellos: el desbloqueo de la ampliación del aeropuerto de El Prat, una infraestructura esencial para la competitividad futura del país. Otro, no menor: la confirmación de que Cataluña acogerá en 2031 la Ryder Cup de golf, uno de los eventos deportivos más relevantes del mundo.

Detrás de este logro está también el empuje de Foment del Treball y de su presidente, Josep Sánchez Llibre, que han sabido tejer complicidades y presionar donde tocaba para que el proyecto se hiciera realidad. La patronal catalana demuestra así que el sector privado no es un mero espectador del devenir político, sino un actor clave cuando se trata de pensar en grande y empujar hacia adelante. Colaboración público-privada en estado puro.

Mientras tanto, el gran ruido político ha girado en torno a dos ejes: la ley de amnistía y la financiación singular para Cataluña. Dos temas que han ocupado horas de tertulia y toneladas de tinta. Pero lo cierto es que, hasta ahora, ni Carles Puigdemont ha regresado —la ley no ha sido el trampolín que algunos prometieron— ni se vislumbra un nuevo sistema de financiación a corto plazo. El ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, lo ha dejado claro: no será posible, al menos por ahora.

Lo notable es que, en medio de ese ruido cada vez más ficticio, el Govern no ha cometido errores graves. Ha gestionado sin sobresaltos episodios complejos como los incendios de este verano, ha mantenido la estabilidad política y ha comenzado a marcar una agenda clara.

Lo decía el padre del management moderno, Peter Drucker: “La eficiencia es hacer las cosas bien; la eficacia, hacer las cosas correctas”. Illa ha optado por lo segundo. Y, sin necesidad de titulares grandilocuentes, se percibe la construcción de algo sólido.

El resultado es doble: por un lado, Cataluña vuelve a tener un gobierno que gobierna; por el otro, el movimiento independentista ha quedado desactivado, sin hoja de ruta ni energía movilizadora. Resignado, cabizbajo, como quien intuye que el tiempo de los sueños imposibles ha pasado y que lo que queda ahora es enfrentarse con la realidad. Con la gestión. Con el día a día.

Así que, en este agosto de desconexión, Cataluña parece estar más conectada que nunca. Con sus necesidades reales, con su futuro económico, con una política que vuelve a parecer útil. Tal vez no sea aún el paraíso, pero al menos ya no es el infierno. Y eso, para empezar a caminar, no está nada mal.

Coda: Superar el medio millar de asistentes hizo imposible que el pasado día 22 de julio pudiera saludar y despedir personalmente a todos los asistentes a la fiesta de aniversario de los 10 años de Crónica Global. Aprovecho estas líneas para agradecer a todos su presencia en el fabuloso Bastian Beach en nombre del consejo de administración y de los profesionales de la casa. El equipo humano se sintió bien arropado por esa sociedad civil que tanto ha luchado por superar el sueño húmedo de unos hiperventilados de la identidad que parecían haber faltado a clase el día que se explicó la democracia. Celebramos juntos diez años de periodismo independiente. Periodismo autónomo ante cualquiera de los que se empeñan en imponer sus criterios e ideología desde los populismos izquierdistas, el nacionalismo o la extrema derecha.

Si lo desean, pronto encontrarán disponible en las librerías nuestro libro, Sin Permiso. Es una interesante opción de lectura para estos días. Reflexionar puede resultar relajante.

Descansen cuanto puedan y nos leemos en septiembre.