Tarde o temprano, el alcohol seguirá los pasos del tabaco, un producto que ya todo el mundo asume que es perjudicial para la salud y para el que están surgiendo alternativas menos nocivas. De ahí a la desaparición hay un trecho que no veremos, y la prohibición general nunca es la solución a nada.

Según el Plan Nacional sobre Drogas, “el alcohol es una droga depresora del sistema nervioso central que inhibe progresivamente las funciones cerebrales”. Una droga que “afecta a la capacidad de autocontrol, produciendo inicialmente euforia y desinhibición, por lo que puede confundirse con un estimulante”.

Cuanto más jóvenes son los consumidores, peor, pues estos son más sensibles a sus efectos en actividades que tienen que ver con planificación, memoria y aprendizaje. Su combinación con bebidas carbónicas, además, acelera la intoxicación.

Dicho de otro modo: el alcohol destruye en todas sus formas y cantidades. Destruye al individuo y a su entorno. Pero se consume mucho. Algunos lo beben más que el agua (y ahora que oficialmente ha terminado la sequía, no hay excusa que valga para no tomar agua).

Lo reflejan los datos de Trànsit: en 2023, el 27% de los fallecidos en accidente tenía restos de alcohol, una estadística que se mantiene en el tiempo. No hay quien la baje. Pero un primer paso es reducir la tasa al volante. No tardará en aplicarse. Al menos, en esta cuestión hay consenso entre los gestores, no como en las medidas antiaranceles...

No obstante, algo empieza a cambiar, pues no son pocas las personas que están tomando conciencia del daño que hace el alcohol. Y este cambio se aprecia, sobre todo, en los famosos y rostros conocidos que se manifiestan al respecto.

Mario Casas, Dani Martín, Mai Meneses y Arkano han explicado en los últimos tiempos lo que les ha cambiado la abstinencia. Se sienten mejor físicamente y mentalmente. Están más frescos. Han rejuvenecido. Vuelven a comerse el mundo. Alguno de ellos se plantea como reto el hecho de dejar de consumir. Por algo se empieza.