Algunos ingenuos pensaban que, con la llegada del PSC a la Generalitat, las políticas nacionalistas implementadas por los ejecutivos autonómicos anteriores se verían reducidas en cantidad e intensidad.
Pues va a ser que no.
Es cierto que el griterío se ha visto drásticamente recortado. Que el presidente Illa no levanta la voz ni cuando está enfadado. Que de su boca solo salen palabras constructivas, moderadas y en positivo. Que sus intervenciones y las de sus consejeros son aburridas, acordes con las de una democracia occidental desarrollada. Que incluso ha acudido al Congreso a celebrar el Día de la Constitución.
Pero, a la vez, el PSC sigue adoptando decisiones como si de un partido nacionalista se tratara. Sobre todo en materia lingüística.
El último ejemplo sangrante es la propuesta de resolución registrada este miércoles en el Parlament por parte de los socialistas junto a ERC, Junts los Comuns y la CUP.
El texto acordado por el PSC y los nacionalistas (permítanme la redundancia) en la Cámara autonómica insta al Govern a, entre otras cosas, “reforzar los modelos que garantizan la competencia en lengua catalana y que tienen en cuenta las metodologías horizontales (entre alumnado) y medidas legislativas y ejecutivas que aseguran su aplicación”. Es decir, blindar la inmersión lingüística escolar obligatoria exclusivamente en catalán.
Además, exigen a la Generalitat “legitimar socialmente el modelo lingüístico con argumentos compensatorios (de equidad formativa y laboral, de capacitación lingüística real, de cohesión social, de interculturalidad y garantía de derechos lingüísticos)”. Es decir, vender que la inmersión (es decir, la prohibición del uso del español como lengua vehicular), es algo bueno, y no una aberración que pisotea los derechos lingüísticos de los alumnos y un modelo antipedagógico.
PSC, Junts, ERC, Comuns y la CUP también piden al Ejecutivo autonómico “hacer campañas de concienciación lingüística para fortalecer el uso de la lengua catalana entre toda la comunidad educativa”. O sea, presionar a quienes todavía se atreven a usar el castellano en el colegio. Hacerles sentir culpables.
Otro punto de la resolución reclama al Govern “comprometerse a contar con los profesionales de la educación y las entidades que trabajan en la defensa catalán siempre que se quieran tomar decisiones en relación con la lengua”. Es decir, que entidades ultranacionalistas como Plataforma per la Llengua y Òmnium Cultural, entre otras, marquen la política lingüística del gobierno autonómico.
Finalmente, el texto firmado por el PSC exige a la Generalitat “replantear las estrategias y apoyos para el fomento del uso de la lengua catalana en el sistema educativo y crear espacios y momentos de uso más allá del aula (horas de recreo, extraescolares, servicio de comedor y actividades complementarias)”. Es decir, coaccionar a los niños castellanohablantes para que en el patio, el comedor y las actividades extraescolares dejen de hablar español y usen el catalán.
Visto lo visto, no tengo duda de que, si yo fuera nacionalista, votaría al PSC.