Las Fiestas de la Mercè de Barcelona sirvieron como campo de pruebas de los nuevos operativos de seguridad contra el porte de armas blancas en Cataluña y su potencial uso. El Departamento catalán de Interior previó el despliegue de agentes en las zonas de conciertos nocturnos, y cumplió.
Los Mossos d'Esquadra, con el apoyo de la Guardia Urbana de Barcelona, blindaron las zonas de ocio para evitar la entrada de filos que pudieran, en última instancia, ser utilizados contra personas. Hubo, por ejemplo, controles en la playa del Bogatell, en Les Corts y en la plaza Cataluña.
En la primera jornada del foro BCN Desperta organizada por Crónica Global, Metrópoli y El Español ayer, la consejera catalana de Interior y Seguridad Pública dio las cifras. La consellera Núria Parlón reveló que los Mossos habían incautado 68 armas blancas y otra veintena de objetos peligrosos. Las quitaron de la circulación y se denunció a los que las portaban.
Más importante si cabe, el número de delitos en los cuatro días de La Mercè comparados con los de 2023 habían bajado un 56%. A su vez, las detenciones se han reducido un 34%. Y el número de agentes operativos ha crecido un 16%.
Es evidente que la no se le puede dar todo el crédito de estos datos mejores a la presencia policial. Un solo fin de semana no es representativo, y el plan de acción solo acaba de empezar. Pero también es verdad que la política es la virtud de hacer tangibles las intenciones, y la titular de Interior fue hábil en aprovechar la rebaja de tipos delictivos este año. Mostró los resultados de lo que puede ser una gran concentración humana con relativa paz.
En 2022, en las Fiestas de la Mercè, hubo un muerto a puñaladas, y desde esta misma columna escribimos que se tendría que haber detenido la celebración, o al menos mostrar algún tipo de simpatía institucional a la familia de la víctima. Y tranquilizar al resto de la ciudadanía. No se hizo. Quizá no había la conciencia que existe ahora, cuando el umbral de tolerancia con las armas blancas ha bajado. Algo que, por otro lado, era necesario.
Porque nadie está más alejado de los postulados del Govern que la CUP, y su alcalde en Berga (Barcelona), Iván Sánchez, reclamó ayer mismo más mano dura contra los delincuentes multirreincidentes --otro tema que se trató ayer en el BCN Desperta-- tras el apuñalamiento múltiple de una persona en la localidad. El primer edil cupaire cargó contra las personas que "delinquen sistemáticamente" y pidió "revisar" las leyes.
No se trata de llenar la calle de policías. O de entregarse a los postulados de tolerancia cero que hizo famosos Rudolph Giuliani, exalcalde de Nueva York. Pero es de agradecer que los representantes públicos incorporen la seguridad como otra política pública con naturalidad. Y, más aún, si lo hacen desde el punto de vista progresista, donde este tema era, hasta recientemente, anatema.
Porque de lo contrario la cuestión se torna pasto de los populismos. Un approach más comedido a la materia reclama concienciación, trabajo social y de sensibilización, atención a la salud mental --y recursos asistenciales--, además de la respuesta policial que se ha visto en los últimos días, y que obra el doble efecto disuasorio y resultadista, entre otros.
Una Mercè relativamente tranquila fue piedra de toque y pasó el corte. Su éxito marcó el camino a seguir. Recorrámoslo.