La Copa América de vela arranca hoy en una Barcelona que ha dejado atrás el procés independentista y la etapa de Ada Colau. La capital catalana, al menos en lo político, no tiene nada que ver con la que era cuando se presentó la carrera de regatas en 2022. El trofeo zarpará con un consenso casi total de la clase política y empresarial. Habrá protestas, sí, pero muy minoritarias, visto lo visto hasta ahora. 

Por el contrario, la liza por la Copa de las Cien Guineas prevé regar Barcelona con un impacto económico que superará los 1.000 millones de euros. Restauradores y hoteleros esperan la competición como agua de mayo, y prevén que sea el colofón a un verano que ha sido bueno de por sí. Lo dicen los operadores: las cifras turísticas de la Ciudad Condal son buenas. 

Se sustancie esa huella económica o no, los seis equipos participantes disputarán hoy la primera fase preliminar. Y, con ello, atraerán la atención internacional: Barcelona volverá a situarse en las pantallas de todo el mundo. Si no ahora, en la fase final en octubre. 

Ayer, los operarios se afanaban a terminar algunos de los espacios de la regata, como la propia Race Village, situada en el Moll de la Fusta. Y es que en los últimos tiempos, la Copa América ha tenido que lidiar con algunas dificultades. La más sonada fue el plantón que le dio el grupo suizo Fortius, y que obligó a buscar a un operador de la hospitality a toda prisa. Finalmente, Vilaplana, de Compass Group, acudió al rescate

Pero es verdad que la carrera no ha topado con grandes obstáculos como pasó en Valencia en los 2000, y que obligaron a Ernesto Bertarelli, fundador del Alinghi suizo, a alzar la voz. 

Eso sí, muchos echaremos de menos al hombre en la sombra que trajo el proyecto a Barcelona. El navegante y empresario Guillermo Altadill fue clave para conducir la liza a la capital catalana, pero se desvinculó, tal y como avanzó este medio, en circunstancias que están por aclarar. 

La presencia de Altadill hubiera aportado un plus de raíz local a la iniciativa, servía para reconducir conductas y dirigir otras, y consta que algunos en la organización le echan de menos. No en vano, fue el hombre que trajo la World Race a Barcelona, y, en esta ocasión, trató de armar las competiciones de mujeres y jóvenes --una exigencia de Ada Colau para apoyar la inversión--, y cumplió. Hasta que se hartó de la falta de apoyo y dijo adiós. 

Por ello, hoy que empieza la Copa América lo celebraremos, pero echaremos en falta a Guillermo Altadill