La militancia de ERC votará a partir de este viernes sobre el preacuerdo de investidura del ganador de las elecciones autonómicas de mayo y aspirante a president, Salvador Illa. Si los cerca de 9.000 afiliados se inclinan por el sí, los plenos de otorgamiento podrían celebrarse incluso la próxima semana. Veremos

Pase lo que pase, cuando la legislatura arranque in earnest, sus señorías se encontrarán asuntos apremiantes que atender. Y oigan, el primero de ellos les aguardará cuando apenas lleguen a la Cámara del Parque de la Ciutadella de Barcelona a tomarse el café. 

El bar del Parlament, hoy semivacío a la espera de lo que decidan los militantes de ERC, apunta a jarana. Es así porque Eurest, la concesionaria del café-restaurante, se empeña en pegarse al convenio nacional de colectividades firmado entre FoodService y los sindicatos CCOO y UGT. 

Mientras, desde otros estamentos, sindicales, sí, pero también algunos cargos electos, piden a la multinacional británica que se rija por el convenio autonómico, que pactaron la patronal Acerco y UGT, y que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) anuló en 2023. 

El embrollo está provocando que algunas empresas se hayan pegado al acuerdo de condiciones estatal, y otras, al regional. 

El bar del Parlament -con sus sufridos trabajadores- es escenario de esta pelea. Los curritos del hemiciclo saben que, nacionalismos aparte, un convenio autonómico les beneficiará. Pero nadie está por la labor de impulsarlo (por ahora). 

El debate político se ha centrado en otros asuntos, y quedan aún los rescoldos de la trifulca identitaria. Los problemas del día a día, las cosas del comer, aún no interesan a todas las fuerzas con sillas en la Ciutadella. Y los convenios, por poco sexys que parezcan, son uno de los temas que abordar y solucionar. 

Por el momento, seguirá la jarana en el bar del Parlament. Eso sí, el adjudicatario ya no es Serhs, de la familia Bagó, un contrato que erizó los vellos a más de un electo en el pasado por lo ocurrido los hospitales catalanes en el pasado.

El concesionario es otro, ya no hay problemas reputacionales, sino disputas que hay que saldar y retos que hay que encauzar. Laborales para las plantillas, y operativos para las empresas. Por increíble que parezca, la votación de las bases de ERC también va de esto.