Un error lo puede tener cualquiera. Un periodista, un político, un ingeniero, un reponedor, un CEO, un astronauta, un project manager... o incluso un médico. Errare humanum est, y todo el mundo se equivoca tarde o temprano. Metemos la pata, yerramos o tomamos una decisión y, al poco tiempo, creemos que debería haber tomado una senda distinta. Es natural, casi normal.  

En materia de gestión pública, lo importante no es el error, que entra dentro de un grado de comprensión, sino si se es contumaz en el mismo, si hay fiscalización y depuración de responsabilidades y si existe la implantación de medidas para que, la próxima vez, no se cometa ese gazapo. Se cometerá otro de otra índole, quizá, pero no el mismo. 

Es lo que debería haber pasado en el caso de las radiografías perdidas del ICS. Un o una médico se equivocó en la asignación de placas con una dolencia pulmonar grave, y se atribuyeron al paciente equivocado. A este casi lo operan; y solo un tercer médico con un oído afinado pudo detectar el equívoco y frenar una cirugía inminente. 

Hasta aquí, la historia es extraña, pero relativamente comprensible. Lo que no es de recibo es que pasen los días y no se tomen medidas. Nadie del centro de atención primaria (CAP) Granollers Centre ha llamado a la familia para disculparse, pese a que estos sí han intentado comunicarse con los facultativos responsables. No han recibido respuesta. 

Asimismo, nadie ha dejado claro si se ha localizado al paciente original, esto es, al enfermo cuya situación pulmonar es muy grave. Hasta ayer y por indicaciones de un cargo del ICS a la familia del paciente erróneo "no se había hecho". 

Es en casos como el descrito que el Instituto Catalán de Salud (ICS) se juega su credibilidad y su reputación. La cúpula del ICS en la calle Balmes puede armar campañas de todo tipo y modernizar la mayor empresa pública de la Generalitat de Cataluña tanto como quiera. Pero si un coloso con 40.000 trabajadores no halla a nadie para coger el teléfono y disculparse ante una familia por un error --seguramente humano y comprensible, pero error al fin y al cabo--, vamos mal. 

No basta con defender que la atención primaria "debe ser una de las puertas al sistema sanitario", si no la principal. No es suficiente con defender que la red de ambulatorios debe estar bien dotada de personal, medios y financiación. Esa reivindicación es comprensible, pero hay otra añadida: los CAP deben resolver los achaques de salud con eficiencia. Si no lo hacen, la ciudadanía perderá la confianza en ellos y acudirá a las urgencias hospitalarias. 

Y deben hacer como todo el mundo: si se equivocan, disculparse y remediar el error. Las disculpas no les hacen menos personas, al contrario: humanizan y crean confianza, algo muy necesario en los servicios públicos.