David Mascort Subiranas ha enmudecido, a la espera de encontrar mejor acomodo en la Administración, en la que lleva metido media vida. El conseller de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural –esto es, responsable también de la gestión de la sequía– ha optado por el silencio cuando mejor están los embalses –dentro de la escasez–. Su postura contrasta con las ganas que tenía de abrir el grifo en los momentos de mayor carestía.

El pasado febrero, el nivel de los embalses de Cataluña apenas superaba el 15% (y bajando; tocaron fondo en marzo), lo que provocó que, el día 1 de ese mes, la Generalitat anunciase restricciones al consumo. Pero Mascort, que salía de sortear un conflicto con los payeses, tardó 10 días en prometer a agricultores y ganaderos que suavizaría estas medidas para el campo. Lo hizo desoyendo a los técnicos, que se tiraban de los pelos.

Un mes después, comenzaron a llegar las lluvias. Qué suerte, a las puertas de las elecciones. Milagro. Los rezos a la Moreneta, al fin, habían surtido efecto. Así, a finales de marzo, los pantanos de las cuencas internas habían alcanzado el 16% –que era el límite en el que se fijaron las restricciones–, y cuatro semanas después ya rozaban el 20%. Optimismo moderado, aunque son varios los entendidos que explican que las sequías duran unos tres años y esta estaba llegando a su fin.

Entonces volvió a aparecer Mascort, primero, para deslizar que iban a estudiar la situación y valorar el levantamiento de algunas restricciones. Anunció a bombo y platillo lo que era una reunión ordinaria, como las que celebra cada semana, nada extraordinario, pero sabía que sus palabras coparían los titulares de todos los medios. ERC necesitaba un golpe de efecto.

Mascort siguió con su plan una semana después, a 10 días de las elecciones, cuando, en efecto, levantó un poco el pie de la manguera. Los embalses rebasaban el 21%. Lo hizo en ese momento a conciencia, con las vistas puestas en el 12M –aunque él lo niegue–, con el objetivo de arañar votos del campo, pues las encuestas vaticinaban una gran caída de ERC, sin pronosticar el gran batacazo que se dio. Fracasó.

Desde entonces, Mascort no ha abierto la boca. El día de las elecciones, los embalses estaban al 25%; hoy ya superan el 27%. El conseller sabe que no repetirá en el cargo, ni lo iba a hacer en el supuesto de que ERC hubiera ganado los comicios. Pero sorprende que, en el tiempo que le quede en funciones, a pesar de que los pantanos tienen más agua que hace un año, no parezca tener intención alguna de mover un dedo, aunque imagino que cobrará íntegro este periodo (unos 120.000 euros al año). Se le pasaron las prisas. Curioso. Que lo gestione el Govern que entre.

Mascort dice que es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universitat de Girona, y que ha trabajado de economista y de profesor de secundaria, sin especificar dónde. Pero ha llovido mucho desde entonces. En 2003 ya estaba medrando en política: en ese año se convirtió en vicepresidente del Consell Comarcal del Gironès; en 2007 era director de Servicios Territoriales de Girona en el Departamento de Innovación; fue alcalde de Vilablareix (2011-22) y llegó a ser diputado antes de convertirse en secretario general de Agricultura y, desde 2023, en conseller. Ahora, espera un nuevo destino. Seguro que, allá donde vaya, dará lecciones sobre la gestión de la sequía.