Garantizar el derecho al libre albedrío de las personas es materia de debate jurídico tanto en Europa como en España. Se busca un rara avis en las normativas: una ley que blinde que no se manipulará el cerebro de nadie (se habla incluso de tecnología para bloquear las emociones) y que sea suficientemente flexible para permitir el desarrollo de la cara más amable de la neurociencia.
Más allá del pesimismo que uno pueda tener respecto al resultado de la norma, la rapidez con la que se avanza en la investigación da alas al optimismo. Sin ir más lejos, el programa Spain Neurotech del Centro Nacional de Neurotecnología trabaja en el desarrollo de herramientas basadas en inteligencia artificial (IA) que permitan tratar el autismo, el párkinson, el alzhéimer o las secuelas de un daño cerebral.
Esta semana la revista Science publicaba que un IA ha sido capaz por primera vez de relacionar palabras e imágenes como lo hacen los bebés, cuestión clave en el desarrollo del lenguaje humano. Se ha usado una base de datos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) a partir de la grabación de lo que veía y escuchaba un bebé en un largo periodo de tiempo y servirá para entrenar estas herramientas. Es decir, superar el gran hándicap actual: que sean capaces de entender lo que quiere una persona.
La revolución en marcha supone un cambio de paradigma en toda regla. También tiene afectación en el mercado laboral, donde sólo podrán sobrevivir sin demasiados cambios los empleos de menos cualificación. El resto de sectores se deberán actualizar e incorporar la IA, la cara más amable de ella, en su día a día para perder menos tiempo en tareas repetitivas. Incluso algunas profesiones deberán hacer frente a una transformación total, como es el caso de la abogacía y la más que probable desaparición de los pasantes.
Todos estos cambios van mucho más rápidos que los que se dan en la neurociencia. Resulta curioso que mientras sí exista un debate tan serio y profundo como el que requiere abordar la cuestión de los neuroderechos, en el plano laboral se está a por uvas. El mercado cambiará en el corto plazo, ¿de verdad la única prioridad es acortar la jornada laboral?