Pere Aragonès salió vivo de la sesión de control en el Parlament de la semana pasada. Ni la sequía ni los catastróficos resultados de PISA ni sus incumplimientos en materia presupuestaria, todo ello en la recta de salida de la carrera para las elecciones autonómicas, pudieron con el president.

Hubo tiempo para los ataques velados, especialmente por parte de sus exsocios de Govern, pero la sangre no llegó al río. Principalmente, porque el jefe de la oposición, Salvador Illa, ha decidido aparcar las prisas por llegar a la presidencia de la Generalitat y está ejerciendo un liderazgo de responsabilidad y mano tendida para hacer frente a los desafíos pendientes de Cataluña.

Así quedó demostrado, tanto durante la citada sesión de control, donde el socialista no lanzó ni un solo reproche y emplazó al diálogo durante el 2024, como en su entrevista en el prime time de TV3, donde expuso las principales líneas de su proyecto político y dejó en evidencia la debilidad del Govern de Aragonès sin encender las antorchas.

Pero no ha sido esta la única suerte de Pere Aragonès, quien seguro brindará estas Navidades por una relación estable con el PSC hasta que llegue la ruptura inevitable previa a la campaña. El republicano está logrando arrastrar los pies gracias a la incomparecencia de Carles Puigdemont durante los últimos días, quien permanece agazapado ansiando su reunión con Pedro Sánchez y preparando su eventual candidatura a las elecciones europeas de 2024. Y es que el escaparate de la Eurocámara es perfecto para seguir legitimándose como actor político y socio del presidente del Gobierno.

Aun así, Aragonès sobrevive contra todo pronóstico y estará cerca de agotar su legislatura, que entrará en fase de turbulencias a partir de septiembre de 2024, cuando la tensión electoral y las costuras de la política catalana saltarán por los aires y se decidirá si los socialistas catalanes ganan con margen suficiente para regresar al Govern de la Generalitat.

Salvador Illa es hoy el único candidato indiscutible con posibilidad de ganar las elecciones autonómicas. Ni Junts ni ERC tienen decididos sus cabezas de cartel. Los neoconvergentes podrían presentar a Puigdemont si los plazos de la ley de amnistía lo permiten, aunque también podrían situar al frente a un candidato respetado y con posibilidades como Josep Rull.

Pero ¿quién levantará su copa para decidir el brindis en la cena de ERC? ¿Oriol Junqueras o Pere Aragonès? ¿Quién puede emocionar a la familia republicana y sus votantes, el mártir o el superviviente?