Durante muchos años, los nacionalistas han reclamado insistentemente la transferencia de la gestión de Cercanías a la Generalitat.
El principal (y casi el único) argumento esgrimido era la mala gestión de la Administración General del Estado. Los retrasos e incidencias (en realidad, proporcionalmente parecidos a los sufridos en otras CCAA) se debían fundamentalmente, según las plañideras, a la ineptitud del Gobierno y a la falta de inversiones.
Miren lo bien que gestionamos los Ferrocarrils de la Generalitat de Cataluña, decían. Son ejemplares, insistían. Cuanto antes dispongamos de los trenes y las vías de Renfe y Adif, mucho mejor para los ciudadanos, prometían.
Pues bien, finalmente, el Gobierno de Sánchez ha accedido a las peticiones de los nacionalistas (a la fuerza ahorcan, si quieren seguir en la Moncloa) y traspasará Rodalies de forma “integral” al Ejecutivo autonómico catalán.
Veremos en los próximos tiempos si nuestros trenes de cercanías se equiparan a los suizos, aunque de lo que no tengo ninguna duda es de que –pase lo que pase– el tema dejará de ser asunto de portada para la prensa catalana subvencionada.
Casualmente, esta semana se han conocido los resultados del informe PISA 2022, una prueba trianual internacional (en esta edición, cuatrianual, de forma excepcional) realizada a alumnos de 4º de ESO para evaluar el nivel de matemáticas, ciencias y comprensión lectora.
Los resultados en Cataluña han sido catastróficos. Nuestra comunidad no solo se sitúa entre las peores en los tres ámbitos (y muy por debajo de la media nacional, de la UE y de la OCDE), sino que también está entre las CCAA que más han empeorado en los últimos 10 años. Y en el caso de la compresión lectora, es la comunidad que más se ha hundido con mucha diferencia.
La Generalitat de Cataluña ejerce las competencias de educación desde hace más de cuatro décadas, por lo que parece razonable atribuir al Ejecutivo autonómico la responsabilidad de este descalabro, que se viene constatando desde hace mucho tiempo.
Los datos no engañan, Cataluña es una de las CCAA que menos gasto dedican a educación (alrededor del 17,8% del presupuesto –unos 8.000 millones de euros– y poco más de 1.000 euros per cápita).
Es decir, la gestión de la educación por parte de la Generalitat solo puede calificarse de pésima y difícilmente empeorable. Los resultados medibles son calamitosos y hay una clara falta de gasto e inversión.
Así las cosas, y si aplicamos a Educación el mismo criterio utilizado para las Cercanías, la pregunta que se deduce es evidente: ¿para cuándo el traspaso de las competencias de Educación desde la Generalitat al Estado?