El PSC ha permanecido en la madriguera durante largas semanas hasta que no ha tenido más remedio que mostrar, de nuevo, su entrega al nacionalismo catalán cual fiel escudero. Parecía que lo de la amnistía no iba con los socialistas catalanes, que la negociación era cosa de Madrid. Es más, Miquel Iceta y Salvador Illa eran dos de los que se llenaban la boca afirmando que tal medida no era posible… hasta que necesitaron el apoyo de Puigdemont y cambiaron su discurso de la noche a la mañana.
En este sentido, poco se elogia el valor de Meritxell Batet de dejar la política ante la incomodidad que le suponía tal dislate. Pero pocos más han seguido su ejemplo. Y al electorado tampoco parece importarle mucho el cuestionamiento de la separación de poderes que va implícito en esos pactos, pues las encuestas otorgan a Illa una holgada ventaja en la carrera hacia el Palau de la Generalitat. Realmente, pocas más alternativas reales hay en Cataluña. Así que lo único que pedimos es que no se nos rían en la cara, pero se saben fuertes. Y, tras entregarse al independentismo con un acuerdo bochornoso, sigue la guasa.
Este martes, la portavoz del PSC, Alícia Romero, afeó al president, Pere Aragonès, que solo haya ofrecido a Junts y CUP un asiento en la llamada mesa de diálogo entre Gobiernos, entre países –en la terminología del republicano–; una mesa en la que quiere negociar las bases para la futura celebración de otro referéndum de independencia.
Dijo la socialista que, con este gesto, el presidente solo representa a “una parte de Cataluña” (como si fuera una novedad), dejando al margen a otras formaciones con electos (la suya entre ellas, y eso que ganó las elecciones catalanas). Imagino que no se refería a Vox, ni siquiera al PP.
Pero quedémonos con esa afirmación de que Aragonès solo representa, o pretende representar, a una parte de Cataluña, la independentista o la que está a favor de un referéndum. Lamento cuestionar tal afirmación, pero me temo que no es así. Me temo que el president representa a toda Cataluña, a su Cataluña, la única Cataluña que él concibe. La Cataluña catalana, vamos. La de un sol poble, la que sueña en catalán. Los que no comulgamos con sus ideas no somos parte de esa Cataluña, ergo a duras penas nos considera catalanes, bien que nos necesita para pagarle el sueldo y para sus embajaditas.
Por el contrario, más sangrante es la actitud del PSC: tampoco representa a la totalidad de Cataluña, sino a una parte, y no precisamente a la que ha sufrido y sufre las consecuencias del procés, tanto económicas como sociales, de división, de señalamiento, y a la que los socialistas deberían prestar más atención. Pero no. Prefieren ser el Sancho de un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor, como demuestran su apoyo a la amnistía y su silencio con el asunto lingüístico, entre otras cuestiones. Señora Romero, los que se olvidan de una parte de la ciudadanía son ustedes. Basta de pitorreo.