Si salimos a la calle y preguntamos a los ciudadanos qué es el Consell de la República, la gran mayoría se encogerá de hombros. Pocos imaginarán que se trata de un “gobierno paralelo” del expresident Carles Puigdemont, y aún menos podrán llegar a imaginar que este órgano tiene encomendado estos días decidir si la investidura del candidato Pedro Sánchez merece ser bloqueada en el Congreso de los Diputados. Es decir, que este consell desconocido podría influir en la política de pactos y enviarnos a segundas elecciones.

Hay quienes piensan que la sangre no llegará al río. Que el consell votará a favor de un acuerdo que permita el regreso de Puigdemont. Otros piensan que el expresident les agradecerá su opinión en caso de vetar el acuerdo y les despedirá con un Bon vent i barca nova para, después, acordar con el PSOE lo que él y otras figuras como Toni Comín estimen conveniente.

Sin embargo, los agoreros advierten de que el Consell de la República ha sido el gran compañero de viaje de Puigdemont durante los últimos años. Una suerte de Pepito Grillo que ha actuado como guardián de la moral independentista en esta aventura del neoconvergente para volver a ser un president de carne y hueso.

Esta conciencia ya advirtió al expresident de los peligros de suavizar el tono con el PSOE, especialmente en una fecha tan crucial y simbólica como el 1-O, cuando propios y extraños esperaban una arenga de Puigdemont mucho más épica y rebelde. Pero decidió ignorar a Pepito Grillo en aras de allanar el camino de vuelta a casa, poniendo en guardia al ala más radical de Junts y abriendo una ventana de oportunidad a un president Pere Aragonès que no se resigna a presenciar cómo Junts vuelve a convertirse en la fuerza hegemónica independentista.

Este martes será la hora de Pepito Grillo, quien alzará la voz para comunicar si bendice o repudia un acuerdo del independentismo para hacer presidente a Pedro Sánchez. Puigdemont lleva desde 2017 actuando en conciencia.

Veremos si continúa haciéndolo en las próximas semanas o si empieza a crecerle la nariz…