Que Pedro Sánchez está dispuesto a todo por seguir en el Gobierno no es ninguna novedad, lo sabe todo el mundo y –como he escrito en otras ocasiones– buena parte de la ciudadanía del país lo ha avalado electoralmente.

Ahora sólo queda ir viendo los efectos de la dejadez de funciones del Gobierno, condición necesaria (aunque, tal vez, no suficiente) para contentar a los nacionalistas. Y tenemos dos ejemplos que ilustran lo que hay y presagian lo que vendrá.

Por un lado, está la bochornosa visita del comisario europeo de Justicia, Didier Reynders, al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, de esta semana.

Para que se hagan una idea. Hace justo un año, en un viaje de Aragonès a Bruselas, Reynders advirtió al dirigente nacionalista de que las sentencias sobre el 25% en español en las escuelas catalanas debían cumplirse.

Doce meses después, ahora en Barcelona, el president ha recibido al comisario, y éste ha salido muy satisfecho de la reunión en la que han hablado, fundamentalmente, de la inmersión y del caso Pegasus. “Buen encuentro”, ha subrayado Reynders.

Más allá de que nadie sabe qué pinta un comisario europeo en visita oficial a un presidente autonómico (según el artículo 147.1.3 de la Constitución, las “relaciones internacionales” son “competencia exclusiva” del Estado), es evidente que nada “bueno” puede salir de un “intercambio de opiniones sobre el catalán y el régimen lingüístico de las escuelas en Cataluña” con Aragonès, más allá de constatar que se niega a aplicar el bilingüismo que ordena la ley.

Pero, a diferencia de hace un año, esta vez Reynders no ha hecho ningún reproche público sobre el 25%. Al contrario, ahora todo parece estar bien. Y, por supuesto, el Ejecutivo no ha salido al paso del comisario, como un gobierno razonable de cualquier Estado miembro de la Unión hubiese hecho.

Por cierto, Reynders forma parte del mismo grupo europeo que Ciudadanos, el liberal. La formación naranja podría haber hecho su trabajo y haber conseguido que el comisario le leyera la cartilla al dirigente secesionista por pisotear los derechos lingüísticos de los catalanes. Pero parece que lo que queda de Cs ya no sirve ni para eso, y eso que en Europa había recalado lo mejorcito del partido.

Por otra parte, este viernes se entrega el XXIX Premio a la Tolerancia a los policías nacionales y guardias civiles que defendieron el orden constitucional frente al proceso secesionista.

Hace unos meses, cuando la Asociación por la Tolerancia (de cuyo jurado tuve el honor de formar parte) designó a los premiados y se puso en contacto con determinados mandos policiales y de la guardia civil, éstos recibieron la noticia del galardón con satisfacción y agradecimiento. Pero necesitaban el visto bueno de sus superiores para acudir a la ceremonia de entrega del premio.

Sin embargo, este nihil obstat no se ha producido. Ningún representante oficial de la Policía Nacional ni de la Guardia Civil asistirá a recibir un premio por su actuación durante el procés. Un premio que entrega una de las más antiguas entidades constitucionalistas catalanas. El Gobierno no lo ha permitido. Y sólo estarán presentes algunos miembros de los sindicatos policiales.

En las catacumbas de la bajeza moral de este Gobierno parece que siempre hay espacio para un nuevo menosprecio a los constitucionalistas.