Empezó el espectáculo plurilingüe en el Congreso. Desde este martes, quien así lo prefiera, puede dirigirse a la Cámara Baja indistintamente en castellano (entendido por todas sus señorías), catalán, gallego o euskera. El problemilla es que estas tres últimas lenguas solo las entienden algunos, y habrá que gastar un dineral de todos (53.000 euros solo en medios técnicos) para traducirlas. Me pregunto por qué tenemos que pagar por entender a quien no quiere que lo entendamos, pues si así fuera utilizaría el idioma compartido: el español. Menos mal que en Europa todavía queda algo de sentido común y han echado el balón para adelante.
En el fondo, esta concesión al nacionalismo es una muestra más de lo poco que sirven los debates en el Congreso, más allá de generar crispación, división y enfrentamiento. Y, en realidad, diría a los diputados que hablen en la lengua que quieran, pues el interés de lo que puedan decir es tendente a nulo. Es triste decirlo, pero esta es la política actual. En este sentido, quitémosles la traducción simultánea. Si al menos dijeran cosas razonables, constructivas, si sus discursos generasen algún tipo de interés, todavía habría razón para tratar de entender lo que dicen. Me temo que no es así. Bastante aburridos son ya los plenarios como para, encima, tener que esforzarse en escucharlos en otras lenguas.
Quien quiera aprender cualquiera de las lenguas cooficiales, creo que no lo hará motivado por lo que escuche en el Congreso. Solo la cultura tiene la llave de esa caja. Una buena canción, una buena serie, un buen programa en el que se muestren los dichos y refranes en castellano y sus equivalentes en otros idiomas… Esa es la clave para que un idioma se expanda. Lo demás son mamarrachadas, imposiciones y razones para despreciar esas lenguas. La situación actual se percibe como un chantaje de los nacionalismos y una cesión del PSOE. Eso, lo único que hace, es ahuyentar al ciudadano.
“Hoy es un día de alegría porque se pueden escuchar en el Congreso estas lenguas, es una riqueza, una muestra de pluralidad de nuestro país”, dijo ayer Alícia Romero, portavoz del PSC. Tiene guasa que sea el PSC el que se vanaglorie de esta pluralidad (no tiene más remedio, solo faltaría que ahora dijese que es un escándalo) cuando los socialistas (sin olvidar al PP) son los primeros que miran hacia otro lado en materia lingüística en Cataluña. ¿Acaso alguien entra en el hecho de que los independentistas tiren a la basura las sentencias judiciales que fijan en un 25% las materias que se han de impartir en castellano en la escuela? ¿Alguien mira por los derechos lingüísticos de los castellanohablantes en la comunidad?