La reivindicación del catalán es desde hace meses la única argamasa de las formaciones independentistas. Necesitan puntos de unión y, por ello, la campaña oficial de la Generalitat para la Diada intenta poner en el centro del debate uno de los poquísimos elementos con el que intentan generar consenso entre sus votantes.

Más allá del politiqueo de turno, reivindica la riqueza de la lengua en sus diferentes acentos. El “roig”, “vermell”, “grana” y “carmesí” del cartel celebra "las variedades dialectales”. Es una propuesta rompedora, especialmente si se tiene en cuenta lo denostados que han estado los acentos catalanes que han diferido del central durante demasiados años. Además, se trata de una propuesta amable de defensa de la lengua que difiere de las políticas de imponer el idioma, la peor receta para garantizar la supervivencia del catalán y que se practica de forma cada vez más agresiva en Cataluña.

El cartel no se ha librado de la polémica habitual de cada año. El debate, por decirlo de alguna forma, de si es bonito o no (cuestión muy personal) y si representa de verdad una Diada que cada vez menos catalanes sienten como propia. El movimiento independentista se apropió durante años de esta festividad y la supuesta transversalidad de la que hacía bandera ha quedado hecha añicos por la pugna entre los guardianes de las esencias nacionalistas y los que intentan buscar posiciones más pragmáticas.

La ANC, una organización cada vez más marginal y que tiene como último bastión de poder la Cámara de Comercio de Barcelona, ya ha hecho estallar la imagen de unidad que demandan cada vez más alto y de forma menos convencida tanto ERC y Junts en plena negociación por la investidura. Y, de nuevo, la presunta defensa del catalán está allí.

Como los aplausos que ha recibido el Gobierno de Andorra por amagar con pedir un nivel básico de catalán a los que quieren residir en el país. El catalán no había recibido un impulso tan grande desde que Rosalía publicó su single Milionària, ya que los youtubers y deportistas de élite que residen en el Principado deberán aprender la lengua si quieren seguir con sus beneficios fiscales.

Que gente como el Rubius o TheGerfg hayan apoyado la iniciativa ante sus millones de seguidores y planteen publicitar sus clases de catalán compensará de forma parcial todo el daño que han infligido al idioma organizaciones como Plataforma per la Llengua, responsables de convertirlo en una lengua antipática.

Con todo, no se debe olvidar cuáles son los verdaderos motivos de los jóvenes streamers por estar entusiasmados en ampliar sus habilidades lingüísticas. Y es que sólo así podrán mantener su condición de exiliados fiscales. Tampoco se debe olvidar la realidad socioeconómica del país para explicar su defensa de la lengua, especialmente del trato que da a los inmigrantes.

España es aún el territorio de origen del grueso de los nuevos residentes en Andorra (y en esta bolsa se incluyen los youtubers y deportistas de élite), seguidos de los portugueses y de los latinoamericanos. ¿Será una forma de evitar que obtengan la ciudadanía o como el nivel solicitado es muy básico podrán pasar el test sin problema? Es una de las preguntas que sobrevuela el Principado estos días. Pero, por aquí, nos hemos limitado a aplaudir el presunto apoyo sin fisuras "del catalán".