Un alto cargo del Instituto Catalán de Salud (ICS) vendió seguros de salud privados a su plantilla y no lo han destituido. Un gerente de la mayor empresa pública de la Generalitat de Cataluña, y la quintaesencia de lo state-owned, colocó una mutua privada a su personal y sigue en el cargo. Nadie ha tenido la decencia de decir: "Oiga, nos parece muy bien su gestión, pero usted ha cruzado una línea roja, ha enviado el mensaje a la ciudadanía de que no se puede confiar en la sanidad pública, de la que el Govern hace bandera, por lo que le agradecemos los servicios prestados, pero se tiene que marchar".
Esto es lo que está ocurriendo con Albert Tarrats, el gerente y administrador de Logaritme AIE, el brazo logístico del ICS y su mayor participada. Como reveló este medio, su equipo contrató a una mutua de salud, algo absolutamente respetable y que muchos catalanes tienen --un 35%, según el último informe de la patronal Unespa--, pero no en el contexto del ICS. Si usted es el proveedor de sanidad 100% pública, y asegura que su prestación es eficiente y de calidad, no puede --o no debería-- asegurar a su propia plantilla por la vía privada.
Esto es lo que ocurrió en el grupo sanitario con sede en calle Balmes 22 de Barcelona. Pese a que su alta dirección no dice esta boca es mía, a la espera de que el presidente del consejo de administración, que no es otro que Xavier Trias, lo abandone y deje paso al nuevo equipo mientras prepara su asalto a Barcelona. Trias, con su salida, se llevará por delante salvo sorpresa a la directora gerente, Yolanda Lejardi, que levantó pocas expectativas y no ha cumplido ninguna.
La última, la de no forzar el cese del máximo directivo de Logaritme, su participada de logística, por atentar contra la reputación de la empresa pública. Lejardi ha callado, ha capeado la tormenta de los seguros y si acaso luego en las tertulias ya nos quejaremos de que en este país nadie dimite.
Pero callen o no en el ICS, ha ocurrido. A un alto cargo del mayor proveedor sanitario público de España se le ocurrió vender seguros de salud privados a su personal con la mutua en la que trabaja su hermano, y con un concurso en plena Navidad con un solo interesado. Nadie le desautorizó ni le cesó. Sinceramente, me pregunto con qué rostro negociarán la triple huelga sanitaria que tendrá lugar en Cataluña en dos semanas los mandamases de la Consejería de Salud.
¿Cómo argumentarán la defensa de la sanidad pública si ni ellos mismos --o sus gerentes-- confían en ella? Pondrán rostros de seriedad para hablar de ambulatorios, hospitales, retribuciones o ratios si internamente ofrecen irse a a la privada?
Lo que subyace con los seguros del ICS son dos tendencias. Una, lo desgajado de la superestructura de la Generalitat de Cataluña puede ser más eficiente, pero le falta control. No puede ser que la Oficina Antifraude abra investigación por la venta de seguros privados y la cierre porque no ve irregularidades. Cuando en su propia página web describe el conflicto de interés con un caso muy similar al de Tarrats.
Otro controller, los síndics de la Sindicatura de Cuentas, se han quejado de ello en más de una ocasión en sede parlamentaria: ellos no pueden entrar al detalle de las cuentas de todo el sector público. Su labor de control es limitada. Si pudieran hacerlo, quizá se preguntarían por qué en la misma Logaritme se contrata a un conocido bufete de abogados para asesoría laboral si la empresa ya tiene departamento laboral. Y quizá por qué ese mismo despacho de letrado gana contratos una y otra vez siempre con las mismas empresas públicas. Muchos de ellos por 14.999 euros, al límite de la ley.
Y dos, que determinado búnker de cierto partido, sigue mandando, y mucho, en la sanidad catalana. Solo la tesis política permite explicar por qué Tarrats sigue en --la logística del-- ICS tras vender seguros privados en la mutua en la que trabaja su hermano y con un concurso celebrado por Navidad donde solo se presentó una empresa. Lo dicen los que saben: hasta PSC y ERC han tenido problemas para domar la consejería más convergente de toda la Generalitat cuando la han regido. El sottogoverno de Travessera de les Corts sigue siendo monocolor.
Es esa tesis, la política, la que me asalta al explicar por qué el alto cargo del ICS sigue en su puesto. De lo contrario, no se explica. Porque por ahora, la imagen que proyecta la empresa pública es que mantiene a un vendedor de seguros en Balmes 22.