Hace un mes, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, protagonizó una insólita polémica al proponer “reducir el margen de las CCAA para decidir la política fiscal” con el objetivo de evitar la competencia entre ellas mediante rebajas de impuestos.
Buena parte de los medios apuntaron que el ministro apostaba por una recentralización, y su propio Gobierno se apresuró a desmarcarse de él. El Ejecutivo señaló que su posición era la de una “armonización” fiscal, sin recuperar competencias de las CCAA.
En realidad, recentralizar, armonizar, reducir el margen de las CCAA para decidir o, incluso, federalizar, son cosas muy parecidas. En los cuatro casos, los Gobiernos autonómicos pierden o ven limitadas sus competencias. La diferencia más bien es el grado de acomplejamiento de quien lo plantea.
Ya puestos, el cachondo de Tezanos ha aprovechado la tormenta para meter una pregunta al respecto en el barómetro del CIS de este mes: “¿En qué grado está Ud. de acuerdo con la siguiente frase: Los impuestos que pagamos los/as españoles/as deberían ser los mismos en todo el territorio independientemente de la comunidad autónoma de residencia?”.
Y la respuesta ha sido de todo menos sorprendente. El 43,7% se ha mostrado muy de acuerdo con la frase; el 27,5%, bastante de acuerdo; el 14,5%, poco de acuerdo, y el 10,7%, nada de acuerdo.
Es decir, que la amplísima mayoría de los españoles está muy o bastante de acuerdo en armonizar los impuestos en el ámbito nacional. Y parece lógico, pues no tiene mucho sentido que se paguen diferentes tributos en Barcelona que en Madrid.
De la misma manera, este planteamiento podría extrapolarse a otros ámbitos. ¿Por qué no preguntar a los ciudadanos si están de acuerdo en que la educación de todos los españoles debería ser similar en todo el territorio nacional? ¿Por qué no preguntar si todos los ciudadanos del país deberían poder estudiar una parte razonable de su formación en español?
Es más, ¿estarían de acuerdo los ciudadanos en armonizar o recentralizar la sanidad para que las listas de espera fueran aproximadamente las mismas en todo el país, y no como ahora? ¿Aprueban los españoles el mantenimiento del concierto vasco y el convenio navarro? ¿Por qué no hacer extensible este planteamiento a otras competencias en las que hay diferencias difícilmente justificables?
De hecho, durante varias décadas y hasta febrero de 2020 (desconozco por qué no siguió), el CIS preguntaba habitualmente en su barómetro sobre cuál era la organización territorial del Estado preferida. Y la respuesta solía ser siempre parecida a la última recogida en aquella fecha: el 42,3% apostaba por un Estado con CCAA como en la actualidad; el 17,8% prefería un único Gobierno central sin autonomías; el 12,2% optaba por un Estado en el que las CCAA tengan menor autonomía; el 11,4% por mayor autonomía para las CCAA; y el 9,3% se inclinaba por un Estado en el que se reconociese a las CCAA la posibilidad de convertirse en Estados independientes.
Es decir, el 42,3% optaba por quedarnos como estamos; el 30% prefería recentralizar, y el 20,7% descentralizar.
Aquellos que insisten en pedir una reforma del modelo territorial del Estado tienen ahí la respuesta de lo que quieren los ciudadanos. Si hay que moverse, el CIS recoge la dirección a seguir. Y, si hay un momento para hacerlo, quizás el mejor sea este, con el procés recién muerto y enterrado.