Ambulancias Egara perderá los cuatro lotes del macroconcurso sanitario de 737 millones de euros de Castilla y León, a los que aspiraba, como explicó este medio. Con ello cae una de las piezas de la expansión nacional, internacional si contamos Andorra, de esta transportista catalana que regía una laboriosa familia egarense, los Simón, hasta que durante o después del macroconcurso de transporte sanitario de Cataluña de 2015 la tomaron al asalto hombres del entorno de David Madí.
El nuevo equipo de una operación empresarial teóricamente aséptica imprimió otro ritmo a la empresa. Y otra estrategia. Otro tarannà, que dirían algunos en Cataluña. De ser una compañía con una hoja de servicios inmaculada en la región pasó a adoptar una actitud más rayana a la de los fondos de inversión. Buscó crecer en facturación por medio de contratas públicas para vender la firma entera después, por mucho que algunas licitaciones, y la de Aragón --que sí ganó en UTE-- es solo un ejemplo, fueran en realidad deficitarias.
El ritmo, los gestos de Egara, pasó de empresa familiar a otro tipo de compañía. Todo ello se fraguó en el cambio de accionariado, que muchos en el sector del transporte sanitario resumen, como todos los grandes relatos, en una reunión. La que mantuvieron los hombres de David Madí, el propio interfecto y la antigua dirección de Ambulancias Egara en el hotel Don Cándido de Terrassa unos años atrás.
El Don Cándido es un hotel sin ninguna pretensión situado en la entrada de la localidad metropolitana. Austero, casi adusto, sin estridencias, un hotel de negocios, en algunos casos, y de amaneceres, en otros. En el caso de Ambulancias Egara, el Don Cándido fue la sede del cambio de manos oficioso de la compañía. Allí entraron un día Madí, su mano derecha Fermí Ferran y otros directivos, incluidos representantes de la constructora leridana Benito Arnó, salpicada por el caso 3% de presunta financiación ilegal de CDC. El pool de directivos buscaba hacerse con la firma, como narró Crónica Global.
El grupete irrumpió en el hall del hotel como si fuera suyo. Nada de pedir permiso a los recepcionistas ni dar los buenos días ni las buenas tardes, explica un camarero que trabajó aquel día: eso es para el populacho. Entrar en el hotel egarense y directos a la sala privada de reuniones para apalabrar el cambio de manos de una histórica transportista histórica que una familia había levantado a pulso.
Lo que pasó en el Don Cándido son muchas cosas, pero una de ellas fue, al parecer, la falta de formas. Las formas, en los negocios, también importan, aunque no lo parezca. Irrumpir en un hotel como si fuera la casa de uno sin saludar a nadie denota una cosmovisión del mundo. Un mindset, una autopercepción de estatus. "Yo entro aquí porque esto es mío, pero si no es mío, lo podría ser. Y usted, que es apenas camarero, cállese", pareció decir alguien. Probablemente no lo hizo, pero la frase habría encajado como anillo al dedo en el business plan para comprar Egara. Si es que lo había.
Lo que media entre la reunión con Madí en el Don Cándido de unos años atrás hasta el trompazo actual de Castilla y León son varias cosas. Y pocas positivas para el ciudadano de a pie, el erario común o la economía productiva catalana. Como relató la propia empresa en sede parlamentaria, acumula el 40% de las multas impuestas por el CatSalut a las concesionarias de transporte sanitario. Tras el concurso, canibalizó a su socio pese a que este pidió ayuda y mediación al entonces número dos del CatSalut y este les dio puerta. Su nombre era Josep Maria Argimon. En Andorra, la firma comenzó su expansión tarde y con conato de huelga. En paralelo, la mercantil salió salpicada del caso DYA de presunta corrupción, aún vivo en los tribunales del País Vasco. Ahora, en Castilla y León, apenas ha llegado a los primeros compases del concurso.
En España, todo el mundo tiene la legitimidad de entrar en el negocio que quiera, siempre que lo haga desde la legalidad y en igualdad de condiciones con sus rivales. Del mismo modo que algunos podemos considerar que intereses ajenos al transporte de pacientes perjudican más que ayudan a la hora de llevar a una persona mayor a rehabilitación o de trasladar a toda prisa a un paciente en código ictus a su hospital de referencia. No se trata de casinos, vidas humanas están en juego: dependen de que se cumplan las isocronas desde la base hasta el lugar del siniestro.
De la reunión con Madí en el Don Cándido hasta el resultado --preliminar-- de Ambulancias Egara en Castilla y León hubo insuficiente fiscalización de esta empresa u otras que se dedican a este negocio en Cataluña, bajo mi humilde punto de vista. Es el momento de comenzar a ejercerla de forma seria y rigurosa. Con la premisa de desconfiar de aquellos que no dan los buenos días al camarero.