La edición de este año del Barcelona Open Banc Sabadell es una de las manifestaciones más claras de que hemos vuelto a la normalidad, y no necesariamente a la nueva normalidad que habían vaticinado algunos, sino a la vieja; o, por lo menos, a la de siempre.
Pese a la amenaza constante de la lluvia y a la interrupción de algunos partidos, el ambiente del village del Real Club de Tenis Barcelona esta semana ha sido exultante, sobre todo a partir del miércoles, cuando empezaron a verse los duelos más interesantes y la gente llenó las gradas, aunque el jueves hubo que abrir un largo paréntesis y la organización devolvió el importe de las entradas.
Ha vuelto a ser un acontecimiento deportivo y ciudadano. Y aunque mañana no podremos celebrar la 13ª victoria de Rafa Nadal, es posible que veamos un nuevo triunfo en la carrera del fenómeno Carlos Alcaraz que tantas exhibiciones de fuerza está haciendo en Barcelona.
La empresa especializada que se encarga de la organización del evento desde 2021 ha hecho un buen trabajo en la línea de convertirlo en una fiesta para los aficionados, más allá del escenario deportivo del figureo de la jet set catalana que siempre ha sido.
Pero es posible que la máxima demostración de normalidad del trofeo radique en la participación del Ayuntamiento de Barcelona como segundo patrocinador, solo por detrás del Banc Sabadell. Y eso hay que celebrarlo.
El consistorio se incorporó a este mecenazgo con Xavier Trias como alcalde. Nada más llegar al ayuntamiento, Ada Colau amagó con cancelar el contrato, pero al final se limitó a denegar el Saló de Cent para la presentación del certamen en 2016. Aquel año el acto se tuvo que celebrar sobre tierra batida con una foto para la que posaron todos los protagonistas y a la que, extrañamente, se apuntó la alcaldesa.
Algo ha cambiado en el trato que Barcelona en Comú da a los pijos de la ciudad porque tras el feo inicial, primero respetó el compromiso y exigió que el nombre de Barcelona figurara en la denominación del trofeo; después, mantuvo la aportación económica, aunque la recortó un 15% hasta los 850.000 euros por convocatoria; o sea, el 8,5% del presupuesto el torneo. Al principio, Banc Sabadell y consistorio pagaban la misma cantidad, aunque el primero la ha ido actualizando y aquel millón ahora son 1,5 millones. La Generalitat contribuye con otros 450.000 euros.
La propia alcaldesa, que en 2018 ya publicó un artículo elogiando el evento, visitó el jueves las elitistas instalaciones de Pedralbes y se dejó ver en compañía de Javier Godó, el hijo del conde de Godó que presidió el Real Club de Tenis Barcelona desde 1935 hasta 1960 y que en 1953 creó el torneo que lleva su nombre: la normalidad que nunca debió alterarse. La Vanguardia publicó ayer la imagen de ambos con una copa de cava en la mano. Los servicios de prensa del ayuntamiento han debido dedicar muy poco espacio a la noticia porque es imposible encontrarla en su web.