Fin de etapa. El Obispado de Solsona ha cerrado la etapa XavIer Novell hallando sustituto al prelado que renunció a su posición y luego fue suspendido por haber contraído matrimonio civil con Sílva Caballol. La diócesis admite "dolor y desconcierto" por la ruptura del purpurado con la jerarquía y con los feligreses. Ya le ha nombrado sustituto.
Con ello, se cierra el capítulo Novell, sobre el que han escrito abundantes ríos de tinta y se han vertido todo tipo de opiniones. No obstante, cabe recordar que el caso Novell ni empezó con su renuncia ni es ésta su parte sustantiva y nuclear. Desde que tomara las riendas del distrito catalán en 2010, Novell trazó un arco dramático que le llevó de pasar de ser una esperanza renovadora para la Iglesia --era el obispo más joven de España con 41 años-- a un representante más que controvertido de las tesis más polémicas de la jerarquía católica.
La hemeroteca sitúa al exobispo en la diana mucho antes de que tomara decisión alguna sobre su vida personal. Cierto es que, dentro de sus posibilidades, trató de dar una respuesta a los afectados por la anterior crisis económica en España. Pero también contemporizó con el procés independentista en 2013, cuando no lo abrazó abiertamente tras negarse a tañer las campanas por la secesión; se mostró en contra del preservativo y de las relaciones prematrimoniales y embistió contra el acto sexual en el seno del matrimonio si éste no tenía fines procreativos.
El sacerdote fue caricaturizado como Supermán en un Carnaval; llamó a la participación en la primera pseudoconsulta soberanista en Cataluña del 9 de noviembre de 2014; se distanció del papa Francisco y participó en la promoción y divulgación de terapias de conversión de la sexualidad. A este respecto, el también teólogo había atribuido una determinada orientación sexual a la ausencia de la figura del padre, algo que le costó tener que salir escoltado de una parroquia en Tàrrega (Lleida). No cejó en su empeño y llegó a relacionar homosexualidad con delincuencia.
Antes, se había mostrado contrario al uso de la minifalda durante un oficio religioso y contrario a la ordenación de mujeres como sacerdotes. También condenó el aborto como "el genocidio más grave y terrible de la historia de la humanidad". Años después, el 2021, colectivos feministas alertaron de que el eclesiástico había equiparado la terminación del embarazo con la solución final nazi en sus redes sociales. Presentaron queja.
El ex líder eclesiástico, un conservador creativo, defendió sus posiciones con vehemencia y un estilo sui generis. Se prodigó ante cámaras y micrófonos, aunque el mirlo blanco de la Tarraconense acabó situándose en una suerte de disonancia cognitiva ante una mayoría social que no juzga según a quién se ama y que reconoce, con matices diversos, o que admite que queda --poco o bastante-- campo por recorrer en el terreno de la igualdad de género.
Mientras cuajaba en España un rocoso movimiento feminista, por citar uno reciente, al de Montfalcó d'Ossó se enconaba en posiciones cada vez más minoritarias. La sociedad española avanzó y el prelado más joven de España quedó atrás. Mucho antes de que el ingeniero agrícola colgara los hábitos y diera el sí, quiero, la comunidad ya se había divorciado de él y de algunos de sus postulados, cerrando una etapa antes mucho antes de lo que lo ha hecho finalmente su diócesis.