392,06 y 1,34. Así estaba el riesgo de rebrote y la velocidad de reproducción del coronavirus en Cataluña este sábado. Cifras que confirman que la enfermedad se propaga más rápido de lo preferible y que empuja a tomar nuevas medidas para evitar llegar al descontrol del pasado marzo. Los hospitales catalanes tienen en estos momentos 1.103 ingresados con afectaciones por la pandemia, de los que 191 pacientes requieren de los cuidados que se dan en las UCI. Es decir, 13 más que en el balance del día anterior.

La red sanitaria aguanta aún el envite actual, pero ¿dispone de mucho más margen? Este es el verdadero desafío de la pandemia. De marzo a ahora hemos asumido que salir a la calle o entrar en un establecimiento sin mascarilla es una temeridad, limitamos los encuentros sociales e incluso somos más conscientes de que con un catarro, es mejor quedarse en casa y teletrabajar que no compartirlo con el resto de la oficina. La ciudadanía ha cumplido en gran medida con sus compromisos, queda ahora que hagan lo propio los responsables de gestionar la salud pública.

El malestar en la atención primaria y la falta de recursos, inclusos humanos, para hacer frente a la segunda ola confirman que hay alguien que no ha hecho los deberes. El reto actual ya no es solo con la pandemia en si mismo, es también por la falta de planificación y la toma de decisiones valientes que refuercen los centros del ICS y del CatSalut que aún no se han recuperado de los tijeretazos de 2010.

La excusa de que Madrid no paga y de que con una fiscalidad y hacienda propia no deberíamos preocuparnos por estas cuestiones resulta, directamente, pueril. La Generalitat dispone de instrumentos y de margen de maniobra para poder aplicar una gestión más eficiente. Otra cosa es que quiera tomar las decisiones pertinentes. Más, con unas elecciones en el horizonte y una carrera electoral en marcha.

La Generalitat dispone de tantas competencias que incluso ha podido implementar un nuevo paquete de medidas para limitar el contacto social. La más llamativa de ellas es la decisión de cerrar todos los bares y restaurantes de Cataluña. Cuenta con el apoyo de la comunidad científica, pero este café para todos obliga a bajar la persiana por igual a los establecimientos de Barcelona y a los de la comarca de Pla de l’Estany, donde el índice de infecciones es notablemente más bajo.

Además, el cerrojazo se ha aplicado sin ningún tipo de acercamiento entre el Ejecutivo que encabeza en funciones Pere Aragonès y los agentes sociales. Cabe recordar que ERC se benefició de una photo opportunity con los líderes sindicales y empresariales el pasado lunes y mantuvo una reunión técnica con ellos el día después. Pero ese foro era para analizar la normativa catalana del teletrabajo, en ningún momento se anunció la decisión. No se hizo o bien por falta de valentía o por ser una medida improvisada. No sé que escenario resulta peor.

Pero ni siquiera se ha sido capaz de hilvanar un pacto en la cuestión del teletrabajo, hecho que quedó de manifiesto en un duro comunicado de UGT emitido el viernes a última hora. El sindicato advertía de que la Generalitat ha hecho caso omiso a las recomendaciones de los agentes sociales y del caos normativo que se dará por el choque entre la norma catalana y la estatal, ya que se contradicen en varios aspectos. Otro intento de los independentistas de demostrar que Cataluña es diferente al resto de España pero que tendrá un impacto directo en los trabajadores.

Y es así como se responden a los retos de la pandemia, con otra buena dosis de humo.