Cuando en julio de 2015 se hizo efectiva la refundación de Crónica Global, nadie imaginaba que un lustro después estaríamos donde estamos. En este tiempo, el proyecto empresarial se ha consolidado como ninguno otro en el ámbito de los medios de comunicación digitales, con una salud financiera envidiable pese a no recibir ni un solo euro a través de subvenciones públicas. Contamos con un amplio y competente equipo de profesionales de primer nivel (de alrededor de una treintena de especialistas en los más diversos campos). Hemos afianzado una audiencia cercana a los cuatro millones de lectores mensuales. Y hemos construido un grupo editorial con varias cabeceras que tiene una inequívoca vocación de crecimiento.
Hoy en día, Crónica Global es un referente insoslayable de la información política y económica en Cataluña. Y todo ello se ha logrado con muchos elementos en contra. Por una parte, nuestro punto de vista desacomplejadamente constitucionalista ha supuesto un hándicap con el que no han contado nuestros principales competidores. De igual forma, tampoco ha sido fácil hacerse un hueco entre los medios que bucean con fiabilidad en las revueltas --y, en ocasiones, turbias-- aguas de la información empresarial.
Hay varios ingredientes que hacen de Crónica Global un caso singular en el panorama de la prensa nacional y, más específicamente, de la catalana. Entre ellos están, por supuesto, la pasión y entrega de todos los periodistas a la hora de buscar historias interesantes para los lectores; la valentía en los enfoques de las informaciones pese a que incomoden a los poderosos, y el hambre por tratar de elaborar cada día un producto mejor que el del día anterior. Pero, por encima de todos ellos, yo destacaría uno: la independencia. Gracias a la acertada gestión económica de la sociedad editora --con Xavier Salvador al frente--, Crónica Global ha podido realizar su labor periodística sin las ataduras y mordazas tan frecuentes en este sector.
Recuerdo aquel mes de julio de 2015 como un punto de inflexión hacia lo desconocido. Lo que entonces eran dudas, hoy es satisfacción por haber contribuido a este proyecto de éxito cuyo techo estoy convencido de que está aún lejos de ser alcanzado.
Pero también quiero aprovechar la ocasión para mirar más atrás. Mi trayectoria personal y profesional en el mundo de la información se remonta a marzo de 2008, cuando, junto a mi hermano Daniel, fundamos La Voz de Barcelona. Aquel sería el embrión de la primitiva Crónica Global, que surgió en 2013 de la fusión con El Debat, de Francesc Moreno. Ambas aventuras se iniciaron con más ilusión que medios, pero de ellas guardo y guardaré siempre un entrañable recuerdo.
Como colofón a esta etapa excepcional, y coincidiendo con su quinto aniversario, Crónica Global ha lanzado su libro de estilo. Se trata de una obra innovadora en el ámbito de los nativos digitales de la que tengo el honor de ser coautor junto al excelente periodista José Antonio Sorolla.
En estos cinco años, Crónica Global ha sido una voz cada vez más potente a la hora de destapar los desmanes del nacionalismo catalán. Hemos sido notarios directos del enajenamiento masivo que supuso el procés. Hemos fiscalizado a nuestros gobernantes. Hemos escrutado los centros del poder político y económico. Hemos denunciado todo tipo de injusticias sufridas por los más vulnerables. Hemos compartido innumerables historias de interés humano. Hemos ensalzado las iniciativas de los emprendedores que ayudan a mejorar nuestro bienestar como sociedad. Hemos revelado lo que otros pretendían ocultar. Y seguiremos haciéndolo siempre que sigamos contando con la confianza de nuestros lectores y nuestros anunciantes.
Gracias y a por otros cinco años.