Dice el refrán que a río revuelto, ganancia de pescadores. Un buen ejemplo lo estamos viviendo en dos de los motores de España. Las aguas bajan muy movidas en Cataluña (no solo por el reciente temporal), y en este escenario Madrid pretende atraer cueste lo que cueste las inversiones y los eventos previstos en la comunidad mediterránea.
Son muchas las empresas catalanas que han cogido el puente aéreo (con permiso de Colau) a raíz de los meses más duros del procés. Es fácil deducir que Cataluña se ha empobrecido y Madrid se ha enriquecido. Pero el 2020 ha comenzado mucho más interesante: hay guerra abierta por el Mobile World Congress (MWC).
La contienda no ha terminado. La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, amenazó con pelear con Barcelona por la mayor feria tecnológica. Ello le costó algún revolcón y, al final, sus intenciones quedaron matizadas: el MWC está muy bien en Barcelona y tiene contrato con la Ciudad Condal hasta 2023, a pesar de la inestabilidad política y de los problemas que surgen alrededor de esta cita cada año (huelga de metro, de taxis, veto a los VTC y, ahora, el coronavirus). Pero Madrid sigue al acecho. No tira la toalla. Los últimos mensajes que llegan van en esa dirección: nadie ha dicho que el Mobile esté toda la vida en Cataluña.
La batalla pública por el Mobile World Congress, con todo, podría quedar en anécdota. Pero resulta que Madrid se está entrometiendo en otros negocios que hay proyectados en Barcelona. Es el caso del Hermitage. El equipo de gobierno que comanda Ada Colau no hace más que poner trabas al lugar elegido para la sucursal de la pinacoteca rusa, que a su vez afea el trato recibido por la Administración local. Sin embargo, nada está roto, y los impulsores del museo siguen apostando por la urbe mediterránea. Llevan varios años con esa idea. Pero Madrid vuelve a entrometerse: ha pedido audiencia con el Hermitage para explorar las posibilidades de que la galería recale en la capital del reino.
Éramos pocos… y habló la directora de la Fashion Week Madrid, que quiere internacionalizar la cita de la moda. ¿Sobran pasarelas en España?, le preguntan a Nuria de Miguel en una entrevista en Modaes: “Depende del planteamiento de cada una de las pasarelas. [...] Si quieres dar una imagen única del país, lo adecuado y razonable es tener una única pasarela”. Torpedo directo contra la línea de flotación de la 080 Barcelona, que ya de por sí tampoco es el gran evento del año (algo de culpa tienen sus impulsores).
Cuidado. Lo último que le conviene a España en este momento es que al conflicto nacionalista se sume, de forma descarada, la guerra entre regiones por la economía. La recesión no se resolverá desvistiendo un santo para vestir otro. Lo que hay que hacer es otear el horizonte desde la cumbre, no desde la base. Hay que pelear por otras cuestiones, como hizo Barcelona con la Agencia Europea del Medicamento. Como bien define el seleccionador de la selección española de fútbol, Luis Enrique, “la ambición desmedida es un gran defecto”; la línea que separa la competitividad de la deslealtad es muy fina. Eso sí, más le vale a Cataluña en general y a Barcelona en particular ponerse las pilas.