Por más que nos acostumbremos a escuchar astracanadas de diferente signo, siempre poseemos un mínimo espacio para el asombro. Así ocurre con las intervenciones del portavoz parlamentario de Esquerra Republicana en el Congreso de los Diputados. Todos sabíamos que nos daría grandes tardes de gloria periodística, pero la capacidad de sorpresa no deja de dispararse a medida que el diputado Gabriel Rufián se crece en su estulticia.

Una de las últimas memeces públicas se la dedica a Crónica Global a la que en el transcurso de una mesa redonda organizada por la revista Mongolia considera una especie de agente neofascista de la Cataluña actual. Majaderías como la del diputado son habituales entre los hooligans del radicalismo independentista y no merecen ni tan siquiera respuesta o reacción. Las redes sociales son un pasto inmejorable para que toneladas de imbecilidad circulen de forma habitual. Nuestro trabajo comporta riesgos, y ese es uno de ellos, del que somos plenamente conscientes y sabedores. Sucede diferente cuando su autor es un parlamentario, representante de la soberanía popular. La libre expresión que ampara a Rufián no es ninguna coartada para que profiera insultos y descalificaciones, que podrían ser hasta legalmente reprobables.

No perderemos ni un minuto en llevarle a los tribunales. En otros países, el uso de determinadas expresiones se aplica con mucha más prudencia, virtud de la que el parlamentario republicano carece, como ha demostrado en su corta carrera política. Sin embargo, sí que merece la pena ofrecerle un par de recomendaciones:

  1. Pregunte, señor Rufián, a sus mayores por Heribert Barrera el que fuera líder de su partido en tiempos no tan pretéritos y consulte si la xenofobia de sus postulados ideológicos era fascismo o amor a la patria. Ya sabemos que algunos de esos límites a usted quizá se le escapan. Podríamos recomendarle que se instruya algo más sobre lo que significó el fascismo, cómo se forjó, qué sustentos llegó a conseguir en las urnas, cómo se revistió de legitimidades y, finalmente, las tragedias que causó y los muertos que legó a la historia en nombre de patrias y pueblos. Pregunte simplemente, no queremos hacerle pasar el mal trago de leer. Ya tenemos todos claro que la lectura no ha sido jamás una de sus ocupaciones principales.
     
  2. Cuando se refiera a Crónica Global muestre un mínimo de respeto profesional por quienes ejercemos el periodismo independiente desde Barcelona sin recibir ni un solo euro de ninguna Administración, tampoco de la autonómica que su formación política gobierna (digamos mejor que administra para no cometer una inexactitud si lo analizamos desde la perspectiva de la Sanidad, la Industria o la Educación, por ejemplo). No pedimos dinero público, entiéndanos, sólo subrayamos que esa es una realidad del mapa mediático catalán donde algunos de nuestros competidores sólo sobreviven por sus dádivas arbitrarias. Y por si, como alguno de sus correligionarios ha sentenciado en alguna ocasión, piensa que es el CNI, el Ibex 35 o la Asociación Pro-huérfanos de la Guardia Civil quien nos financia, debería conocer que sólo los suscriptores y los anunciantes de este medio lo hacen viable, entre otras razones porque practica un periodismo que no es de partido, que no es esclavo de las instituciones; ni políticas ni económicas. Se le debe hacer extraña esa realidad seguramente, porque ya sabemos cómo obtienen sus ingresos el resto de medios catalanes independentistas y no independentistas y qué grados de dependencia presenta cada uno del poder público. Aunque Sófocles decía que un hombre sensato no debe hablar con un necio, le reto personalmente a hablar de los números de cada uno de ellos y de sus servidumbres políticas. No lo haremos públicamente por respeto a los centenares de periodistas que trabajan en ellos y no son comisarios políticos al servicio de los intereses partidarios de las empresas editoras.

En los últimos tiempos el término fascismo se emplea con excesiva facilidad en boca de jóvenes políticos que por edad (unos) y por ignorancia (otros) desconocen el desastre que provocó en una Europa que ha luchado por superar y perdonar durante décadas. Lo explicaba con precisión José Antonio Sorolla en su artículo de este domingo referido a la polémica exposición del Born. Es más, en determinados ámbitos de los que Rufián es representante, se refieren con cansina repetición a su condición de demócratas para distanciarse de cualquier disidencia con su formulación política mágica. Dime de qué presumes y te diré de qué careces, podría aplicárseles. Sobre todo, porque siempre olvidan incluir el apellido de lo que practican: democracia orgánica. Y, sí, ahora que se habla tanto del dictador, eso ya lo inventó Franco.

Confundir una línea editorial que es crítica con determinados postulados políticos con el neofascismo sólo demuestra una cosa: el republicano Rufián practica un modelo de democracia infantil, confuso y próximo a la anulación del discrepante. Vamos, conceptualmente cercano a la referencia que nos dedica. Pensar que sus acusaciones obedecen a cualquier motivación seria nos llevaría a la conclusión de que actúa como un ignorante, malicioso, radical, mentecato y simple. Para nada, es mucho más sencillo. Cuando Rufián habla de Crónica Global y la descalifica por ejercer un periodismo independiente y defender valores democráticos y constitucionales hace buena la cita de Confucio: “Cuando alguien pone el dedo en la llaga, sólo los necios piensan que lo importante es el dedo”. Es su caso.