Montoro, el guardián del déficit
España no iba a cumplir con el límite de déficit público que se había comprometido a tener este 2016 con sus socios de la Unión Europea (UE). De ahí que, ante las advertencias de Bruselas sobre sanciones y otras presiones, el Gobierno en funciones decida una estratagema que impedirá ser reprendido por las autoridades comunitarias, pero que plantea serias dudas.
En síntesis, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, adelantará el cierre del presupuesto. Es algo similar a que una empresa en pérdidas dijera que cierra el ejercicio en septiembre en vez de diciembre para evitar incurrir en un mayor quebranto. Es justo señalar que el ardid se las trae, porque ese cierre supone dejar al país sin desarrollar una serie de políticas de gasto e inversión que estaban comprometidas en los Presupuestos Generales del Estado de 2016.
A partir de que se publique la orden ministerial, sólo el gasto básico podrá realizarse, pero aquellas licitaciones o inversiones pendientes de ejecutar pasarán al ejercicio de 2017 o se perderán en el limbo de papeles pendientes. Parece una tontería, pero en un país como el español con tal peso del sector público en la economía, el Gobierno viene a decir que cierra la ventanilla del gasto hasta que nos comamos los turrones. La sensación de provisionalidad de los gobernantes del PP puede haberse apoderado de ellos al adoptar esta decisión.
El Estado no empujará durante unos meses la economía. Y eso es tan grave, en parte, como los recortes que se han venido haciendo en determinadas áreas. España se ha acabado convirtiendo en uno de los países más puristas de la UE en materia de cumplimiento del déficit público. Cuando alguien está tan pendiente de no gastar, la mayoría de sus energías se centran en eso y olvidan la importancia de ingresar. ¿Cómo? Con mayor control del fraude al fisco, pero también con el motor del presupuesto público dinamizando la economía, creando empleo y haciendo que el país se mueva a golpe de inversión y expectativas.
No se preocupen, este gobierno no nos arruinará por la vía del gasto excesivo. Quizá lo haga por la falta de actuación pública en la economía, pero ese es otro debate en el que no hay nunca consensos absolutos. Lo cierto de todo esto es que saldremos bien retratados en la foto de incumplidores de la UE, pero quizá nos arrepintamos pronto, sobre todo el santo día en que este país logre tener un gobierno constituido con ganas de evolucionar de forma positiva.
De momento, el sector privado está cumpliendo mucho más con el objetivo común que lo que colabora el ámbito público. A lo máximo que podemos aspirar es a que los chicos de Mariano Rajoy acaben ganando algún premio como cancerberos europeos o guardianes del déficit público. Se han especializado en eso, en vez de influir y presionar a Bruselas para que relaje determinadas políticas que están acabando a pasos de gigante con el propio proyecto que deben defender. Esta Europa de políticos avaros en lo público empieza a desprender un tufo insoportable y, visto lo del Brexit, quizá tenga los años contados...