Los divergentes
No es Artur Mas el animal político que fue Jordi Pujol, ni de lejos. Él sí lo cree, y algunos de los que le rodean también le ayudan a suponerlo. Pero no, a Pujol no se le hubiera escapado ni una sola línea argumental de su partido, por más pesos pesados que tuviera enfrente, fueran Miquel Roca, Ramon Trias Fargas o cualquiera de los que le acompañaron durante años y no siempre bendiciendo sus actuaciones.
Artur Mas tiene un problema serio. No es el líder absoluto de su partido, aunque durante estos años se le haya aupado mediáticamente a la condición de mesías del soberanismo. Convergència Democràtica de Catalunya pasa a mejor vida, pero lo suyo no tiene nombre. O sí, Partido Demócrata Catalán, que es tanto como no decir nada con la nomenclatura salvo que su origen está en un determinado territorio. Mas ni tan siquiera votó por esa denominación y prefirió Partido Nacional de Cataluña.
Los convergentes han demostrado que están divididos, que sólo les une el ejercicio de poder que aún desempeñan en el Gobierno de la Generalitat y en no pocos ayuntamientos y diputaciones. Quedan pasos por dar y por conocer qué pasa dentro de esa formación. Falta por ver qué sucede con Germà Gordó y otras facciones. Si hubieran decidido apodar al invento Divergentes seguro que habrían acertado mucho más para definir la nueva etapa que abren.
Mas es hoy un poco menos líder que ayer, pero más de lo que será mañana. Su figura ha dejado de constituir una referencia, una especie de inmaculada guía del nacionalismo catalán, como sí lo fue Jordi Pujol hasta su inmolación en julio de 2014. Con su salida del escenario, el centro político nacionalista saltó por los aires y para recomponerlo va a ser necesaria una verdadera travesía del desierto. No lo que hicieron desde la oposición al tripartito, sino la que ahora se abre, una vez han dejado al descubierto todas sus vergüenzas para mayor gloria de los chicos de ERC. Ellos les esperan a la vuelta de la esquina para aprovechar algunos de los restos que no tienen cabida en el invento de Mas. Divergencias apasionantes.