No es un reventón. Es algo más lento, como cuando uno encuentra una rueda del coche muy baja porque lleva unos días perdiendo aire lentamente. Es obvio que tiene algún problema ese neumático, está averiado. Sin embargo, con un inflado de emergencia da tiempo para llegar a un taller a repararla antes de colocar la de repuesto (si la hay, que hoy en algunos modelos es un spray y poco más).
Es la metáfora de lo que empieza a suceder con Podemos, aquejado del mal de la izquierda. Esa tentación cainita de canibalizarlo todo, eso que ha ido dando internacionales y escisiones a lo largo de casi dos siglos con una pasmosa facilidad.
A Iglesias le ha podido la agresividad. Tocó el cielo político y ahora deja en aprendiz de egocéntrico a cualquier estrella popular
La pérdida de fuelle de Podemos, no obstante, no debe interpretarse como una relajación de la opinión pública ante las ideas políticas que residen a la izquierda del PSOE. De hecho, Izquierda Unida y su líder Alberto Garzón están captando el interés de un electorado disconforme, reivindicativo, transformador, pero algo más moderno en las formas y, lo más curioso, educado y cívico.
A Pablo Iglesias le ha podido su agresividad. Tocó el cielo del éxito político y luego, como los cangrejos, no para de caminar hacia atrás en su evolución. Sus formas son inquietantes y de un personalismo tal que deja en aprendiz de egocéntrico a cualquier estrella del cine popular.
Sus peculiares métodos de dirección han conseguido que una organización sin historia, casi sin aparato, haya saltado por los aires en apenas unos meses. La muerte súbita de Íñigo Errejón, el socialdemócrata universitario razonable, supone una indicación clara de que a Iglesias no le gusta que le tosan ni los enfermos de la sala de espera de un ambulatorio.
Donde Podemos no va solo (Valencia, Galicia y Cataluña, sobre todo), la organización vive mejor gracias a la difícil reconstrucción de las izquierdas regionales, algunas de ellas devoradas por los discursos nacionalistas. En los territorios en los que se presenta a pecho descubierto baja enteros de forma hasta preocupante. Algo tienen que ver, por cierto, esos ayuntamientos en los que ha conseguido gobernar con algún apoyo político exterior y en los que se suceden los espectáculos grotescos de bisoñez y mala leche política combinada.
Está por ver si iremos a unas elecciones pronto. Si así fuera, la formación de los coletas no mejorará los resultados del 20D. Al contrario, puede verse barrida de forma clara en algunas circunscripciones por IU. Eso es una muestra inequívoca de que quienes votaron a Podemos hartos de la oferta existente hasta la fecha están hoy más decepcionados que antes de ejercer la votación. Y quienes les apoyaron desde la pura ideología vuelven al redil de la izquierda tradicional, que ha encontrado un líder mucho más razonable, tolerante, preparado para el diálogo y la transacción que el propio Iglesias.
El razonamiento es obvio: enseñar política o hablar de ella en las tertulias tiene poco o nada que ver con su ejercicio real, diario y coherente.